Sin lugar a dudas uno de los ideales políticos más universales es la idea de “libertad”, esta ha sido desde una añoranza y un deseo latente hasta una necesidad, y en la actualidad el derecho más esgrimido por ciudadanos y actores políticos de la sociedad contemporánea. También es el que más tensiones genera entre gobernantes y gobernados; así mismo, ha recibido calificativos de positiva o negativa (Berlin), libertad formal y real (Marx), libertad de y para, libertad liberal y negativa (Bobbio), libertad libertaria o simplemente libertad, cada quién la describe de acuerdo a sus creencias. Esto hace de la libertad, al igual que la democracia, uno de los conceptos políticos con sentidos descriptivos más variados y ambiguos de la historia; sin embargo, la mayoría convergen en la idea de libertad no solo como un derecho, sino también necesidad humana fundamental.

Es por ello que debe ser la base de un hombre y mujer, integrales, plenos y conscientes de su entorno; una vez divorciada esta de sus condiciones para su ejercicio, se torna vacía y excluyente, no busca la autodeterminación del sujeto sino, por el contrario, clientes o consumidores de representaciones simbólicas del poder, hasta llegar a una justificación racional de la irracionalidad de pocos con consecuencias sobre muchos.

Siendo así, la idea de libertad debe trascender los ideales de quienes defienden sus ismos, ya sea, por parte de los que predican la igualdad material sin consideraciones con la naturaleza o de quienes defienden las libertades sectoriales según sea el grupo económico o poder de turno al que representan. De ahí la importancia de la limitación jurídica-constitucional y la autolimitación gubernamental que debería estar dada por la razón de Estado. Esa que relatan los 444 artículos aprobados de manera plebiscitaria en el 2008 por los ecuatorianos, y que describe al Estado ecuatoriano como un Estado Social de Derechos, teniendo en cuenta que un Estado se da como ya presente ante el sujeto y objeto en permanente construcción, en palabras de Foucault, una realidad específica y discontinua.

La limitación del Estado es el derecho, en otras palabras el Derecho ya no actúa en relación de su piedra angular “sistema de justicia –redoblado por un sistema armado–”, tal como en el Estado monárquico. Ahora el Derecho actúa de punto de apoyo a toda persona que quiera limitar de una manera u otra la extensión indefinida del poder. Gobernar según el principio de razón de Estado en su condición de “Estado Social de Derechos”; es actuar de tal modo que el Estado no atente contra los sujetos y sus garantías. Lo que me conduce a la siguiente interrogante, de carácter crítica más que propositiva: ¿Un Estado donde su gobierno y poder político no encuentran limitación, contrapesos, y fronteras que no surja de otra que de sí mismo y cuya política de comunicación esté orientada al control y dominación de la opinión pública, transgrede el derecho a la libertad de expresión de los ciudadanos ecuatorianos?