Hace casi 30 años, hallar pequeñas ranas cafés con manchas verdes, de un tamaño menor a 5 cm de largo, era común en la cordillera ecuatoriana.

Pero desde 1980, ver este animalito –perteneciente al género de los Atelopus– se ha vuelto casi imposible. Así lo expresa el investigador  de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), Juan Manuel Guayasamín, quien señala que hace tres décadas en el país había 21 especies de Atelopus y actualmente solo hay tres. La última de ellas fue hallada a finales del mes pasado, en la evaluación ecológica rápida del sector de los Tepuyes de Nangaritza (Zamora Chinchipe), organizada por la fundación  Conservación Internacional en la Cordillera del Cóndor.

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Los datos obtenidos sobre aves, mamíferos, plantas e insectos aún están siendo analizados. Sin embargo, de la información procesada, el resultado más tangible tiene que ver con las ranas, grupo en el que se halló tres especies nuevas: una venenosa, Dendrobates (nombre científico);  una  arborícola, Osteocephalus; y una especie no identificada del género  Pristimantis. Esta última pasó a ser el vertebrado más pequeño existente en el país, pues su tamaño alcanza los 13,6 milímetros.

Con estos hallazgos, el número de especies de ranas en Ecuador sumaría 446, aunque se estima que hay otras 270  en espera de ser descubiertas, según una publicación de la PUCE, la cual ubica al país en el tercer lugar de las naciones con mayor diversidad de anfibios, después de Brasil y Colombia.

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Por ello, indica Guayasamín, es de vital importancia trabajar en la conservación de las ranas como la  Atelopus, cuya población está en declinación a nivel mundial. El investigador explica  que en la disminución de esta  especie influyeron el cambio climático, que elevó la temperatura de su hábitat, y la exposición a los rayos UV, pero sobre todo, un hongo que obstruye su sistema respiratorio.

Ante ello, investigadores de la PUCE realizan análisis  para determinar la presencia del hongo en los Tepuyes de Nangaritza, donde la presencia de esta rana es  abundante.

“Encontramos renacuajos, hembras y machos, que garantizan su reproducción”, resalta Guayasamín, quien destaca que el cuidado de  este anfibio, así como del resto de animales de la zona, no solo es una cuestión de conservación ecológica, sino también social y económica. “La gran cantidad de especies raras y endémicas puede permitir  el desarrollo del turismo como alternativa a la agricultura, ganadería o minería”, dice.

OTROS ANIMALES

Aves
Se contaron 185 especies. De estas, 9 son endémicas de la Cordillera del Cóndor y 13 están amenazadas.

Insectos
Parece haber tres especies nuevas de grillos y otro insecto que se mimetiza en hojas secas. 

Mamíferos
Identificaciones previas sugieren el hallazgo de dos especies no  reportadas en el país, un murciélago del género Sturnira y un ratón del género Thomasomys.

Plantas
Se halló una especie de árbol (Podocarpus) que parece estar emparentada con la especie que se encuentra en los Tepuyes de Venezuela.