Es el nombre de una canción interpretada por Jacques Brel. La encontrarán en YouTube subtitulada en español. La letra  desgarradora  describe a un hombre capaz de hacer cualquier cosa por quedarse con la mujer amada.

“Ne me quitte pas: no me dejes”. Se abandona el amor propio cuando nada más importa: “Deja que me vuelva  sombra de tu sombra, sombra de  tu mano,  sombra de tu perro pero no me dejes”. Los machistas se pondrán de hocico. ¿Ningún hombre se mata por amor, se muere de amor?

Comprenden aquella exasperación quienes han visto morir a un ser amado: hijo, padre, cónyuge. Cuando la pareja acumula años y años de convivencia, los lazos se vuelven tan fuertes que solo la muerte puede dividirla físicamente. Aun así las almas se buscan más allá de esta vida a la que llamamos real. Creo en el amor eterno. Un ángel  me retiene cada vez que rozo el filo del abismo. Me ampara, fuerte, intenso, eterno.

Rebelde con múltiples causas en un mundo deshecho, Rubén Darío Buitrón escribe: “Cada silencio se vuelve  grito, cada grito se vuelve silencio. La solidaridad ha perdido sus audífonos, se vuelve cómplice. O tiene miedo”.
 Hay que aferrarse a los pecios, restos flotantes de la nave sometidos a las olas, ayudar a los sobrevivientes, devolver a la unión sus audífonos.

“Cuando nos domestican el alma, el amor carcome la razón, el entendimiento. Buscamos el otro polo, el que nos comprenderá, nos ayudará  a extirpar  el dolor, perseguir aquellos demonios que corren por adentro, ¿Cuál es el ser humano que no deseó emprender el viaje solitario al otro lado del espejo?”. Este párrafo no es mío, mas expresa  lo que sienten los seres pensantes. Según Sartre, existir  procede del latín   ex-sistere: sostenerse fuera de la nada. La muerte es  retorno  al no ser para quienes no creen en otra vida. Me seduce la reencarnación, posibilidad de culminar un amor que dejamos inconcluso en una existencia anterior. Tengo nostalgia de Dios.

Sobrevivimos en un granito de arena: la Tierra. Nuestra galaxia posee doscientos  mil millones de estrellas. ¿Cómo tomar  en serio tamaña insignificancia nuestra? Si la mano del  hombre aprieta dulcemente el corazón de su pareja, el amor late enloquecido, más importante que la galaxia. El Principito no nos visitó en vano, hay que levantarse, vivir, desgastarnos a  manos abiertas. Duele el amor, permanece, testarudo como un burro.

Tiempo y espacio son relativos. Se habla del amor libre, mas es siempre espontánea elección. Palomitas de maíz  explosionando adentro, amar es acurrucarse en otra alma, atender  a alguien, tener a quien nos espere, eternizar  instantes, devorar la eternidad en el breve espacio de una vida.
“Tan tuyo es mi pensamiento que ya no se enseña en mí, pues si retenerlo intento, de repente no lo siento y después lo siento en ti”. Cada vez que decimos te amo se nos transfigura la conciencia. Un ángel  me cuida,  no sé de dónde salió, quizás de una vida anterior. Nunca lo vi a los ojos: es esencia pura del  eterno retorno.