Según el principio de incertidumbre, formulado por el físico alemán Werner Heisenberg, no es posible determinar al mismo tiempo, con precisión, la posición y la velocidad de una partícula de materia, ya que la simple observación altera a la partícula, con lo que la medición simultánea de las variables resulta imposible. Esto, dicho en sencillo. El descubrimiento de este principio, que es capital para la física y la tecnología modernas, afectó a la filosofía de la ciencia y tiene repercusiones incluso en la biología y las ciencias sociales. En una extrapolación de esta fórmula, por ejemplo, y una bióloga marina sabrá de lo que hablo, la presencia de un buzo que observa un cardumen, altera su comportamiento, por lo que los registros que logre siempre tendrán algún sesgo.
Es curioso, pero quienes creen en la seudociencia se han hecho eco del principio de Heisenberg (ciencia racional pura y dura), el cual según ellos confirma la existencia del “mal de ojo”: si una persona que emite ciertas energías “observa” a su víctima, esta puede afectarse… la vieja sabiduría popular otra vez tiene razón, dirán. Tan gracioso como disparatado.
Dijiste que no quieres enterarte de las noticias porque sostienes: la marcha del mundo no cambia por el hecho de que oigas noticieros o leas periódicos. Pues te he de responder que en este caso la observación sí cambia los fenómenos, aunque sea en una fracción infinitesimal, pero que al multiplicarse determina los acontecimientos políticos y sociales.
La vida moderna, en general, y la política, en particular, se caracterizan por la enorme masificación de la observación. Muchos eventos que en el pasado solo eran observados por grupos privilegiados, hoy son vistos por millones de personas gracias a la tecnología. Los medios de ver y de escuchar son hoy muy poderosos, muy extendidos, las cosas pueden ocultarse menos.
Se dice que actualmente no hay “grandes hombres”, esos héroes perfectos del pasado. Lo que sucede es que hoy los sentimos muy cercanos, los vemos muy humanos, por tanto sin el heroísmo y sin la grandeza que la ignorancia les atribuía. A la inversa de lo que ocurre cuando observas al cardumen bajo el agua, que se espantan por un solo observador, los poderosos deben cuidarse porque no están solitarios, sino que un enorme cardumen de observadores los vigila. Y si se quiere mantener esa fuerza, hay que permanecer observando. El activismo está muy bien y es lo óptimo, pero simplemente “viendo” ya hacemos algo.
Las cámaras, grabadoras, libretas, plumas y, sobre todo, la memoria de periodistas y escritores, son como los microscopios, escalpelos, aceleradores y otros aparatos con los que los científicos observan los objetos de su ciencia, y al hacerlo condicionan su comportamiento. Por eso, los que tienen rabo de paja, aquellos a los que no les gusta la transparencia, los vanidosos que no les gusta ver reflejados sus errores, los odian y tratan de silenciarlos. Entonces, interésate, tu interés puede cambiar la marcha del mundo… y si estamos de suerte les provocaremos mal de ojo a los prepotentes.