Sobre ese ecuatoriano nada se sabía. Apenas su nombre y su profesión: cerrajero.
Entonces, salió la prensa. Y reveló que ese ecuatoriano tenía vínculos con las FARC: dio datos, presentó fotografías, descubrió alianzas que, partiendo de las sentimentales, llegaban a las logísticas.
Lo que siguió abre, quizás, el más brillante, lúcido y, sobre todo, inteligente capítulo de la “inteligencia”: las Fuerzas Armadas reconocieron que durante un largo tiempo siguieron, paso a paso, los pasos del ecuatoriano y con eso armaron un gordo expediente sobre su vinculación con las fuerzas irregulares. Ese expediente fue entregado a la Policía para que continuara con las pesquisas. La Policía asegura que nunca recibió ese expediente y que por eso las pistas del ecuatoriano se desvanecieron en la nada. Tan en la nada, que el Presidente no sabía nada sobre el ecuatoriano, cuando lo mataron.
¡Eso es inteligencia! Inteligentísimamente se gastaron un buen lapso en vigilar inteligentemente a un ciudadano, empleando para ello a los más inteligentes miembros de la inteligencia que, para cumplir su misión, usan los más inteligentes recursos de que disponen. Componen con ello un inteligente expediente y luego, como en el juego del florón, se desentienden de un asunto en que pusieron toda su inteligencia. Si a eso no se llama inteligencia, entonces ¿a qué?
La Policía, sin ese expediente que le entregó la inteligencia de las Fuerzas Armadas pero que, por asuntos de inteligencia, nunca llegó a sus manos, lo único que sabe es que ese ecuatoriano estuvo una vez en su poder, pero porque fue encontrado merodeando alrededor de la casa del actual Presidente de la Asamblea, aunque, como no tenía antecedentes ni sabía de quién se trataba fue, inteligentemente, dejado en libertad.
Y ahora resulta que la inteligencia militar y la inteligencia policial siguen siendo inteligentes y que la única estúpida es la prensa, porque reveló lo que reveló. Y no solo estúpida, sino infame, apátrida, traidora, vendida a Colombia, proterva, y todos los más inteligentes epítetos que la más suspicaz inteligencia pueda imaginar. Y resulta también que son los periodistas los que van a ser investigados por aire, mar y tierra, y de la manera más firme, tenaz y acuciosa por la inteligente inteligencia, porque fue por ellos que se supo lo que la una inteligencia ya sabía pero había olvidado, y la otra inteligencia no sabía porque no fue inteligenciada por la primera inteligencia.
Con todo ello, el gobierno del presidente Correa ha demostrado, de la manera más inteligente, que la prensa, como lo afirma una inteligente asambleísta, no tiene patria y obedece a la CIA. Todo ello, claro, según información que, seguramente, le proporcionó la inteligencia.