Pero bajo la égida del ciudadano Presidente resulta que realizar tan loables y benéficas acciones  es sinónimo de atentar contra los ideales de Bolívar, el  Che  Guevara, de Chávez..., en definitiva conspirar en contra de la “revolución ciudadana”, la alternativa bolivariana de las Américas, el socialismo del siglo XXI; y a la vez tan “indecorosas” acciones son sinónimos de una “vieja pelucona”, alteradora del “nuevo orden social y económico”, emisaria del imperio, oligarca, gamonal..., entre otros adjetivos que tanto gustan emplear.

También bajo la tutela del hombre de manos limpias y corazón “ardiente” por la patria, la “mula” es digna de encomio y conmiseración.

Al parecer, para que damas gocen de la apreciación de jerarca que ostenta el poder Ejecutivo  debe transformar las instalaciones a cargo de la Fundación del Hombre Doliente  en un centro de acopio de sustancias psicotrópicas para  “mulas”.

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Me enseñaron que la madre es un ser sagrado. Me enseñaron que cuidar a sus semejantes, vestir al desnudo, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, curar al enfermo son  el camino a la dicha eterna.

En la  actualidad esas enseñanzas reñidas con la “moral” comunista que vivimos no sirven; por el contrario, se convierten en un antecedente del insulto. Me doy cuenta que uno debe insultar a sus semejantes, faltar el respeto a las mujeres, dedicarse al tráfico de drogas al por menor y me recibirán en el “paraíso” Morales y Chávez. En conclusión, dejemos las virtudes cristianas a un lado, olvidemos a nuestro prójimo abandonado, pues nos exponemos a ser vejados por el mayor insultador del país.

José Rubén Terán Naranjo,
abogado, Guayaquil

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No concibo a mi querido Ecuador sin su maravilloso puerto de Guayaquil que ahora luce realmente como una verdadera Perla del Pacífico.

Se nos está olvidando a los ecuatorianos, en especial a uno, que así como el cuerpo necesita de sus miembros para poder articular, vivir y desarrollarse, nuestro país que es, ha sido desde siempre y será para siempre nuestro necesita de cada una de sus provincias y ciudades. Asimismo, todos y cada uno de sus habitantes nacidos o no nacidos en el Ecuador  nos necesitamos unos a otros para poder vivir en paz. El respeto, la tolerancia, el perdón vienen del amor y de saber convivir como seres humanos inteligentes y solidarios.  Me niego a aceptar un Ecuador sin Guayaquil, sin Quito, sin Ambato, sin Cuenca, sin Zaruma  y sin sus otras lindas ciudades,  pues todas son importantes y únicas. Ecuador es montañas, playas, páramos, oriente y todo lo demás que conforma esta maravillosa patria que es sagrada, porque nosotros la hacemos sagrada; no porque un cántico lo hace.

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Guadalupe Herdoíza de Romero,
ama de casa, Guayaquil