En el caso de las radios que compran y venden entrevistas, llegaron mensajes de distintos puntos del país contando casos similares. Solo para poner un ejemplo reproduzco extractos de la carta de un colega de Cuenca: “El tema de la compra de entrevistas se ha generalizado. La propuesta es directa: ‘Como no tenemos la posibilidad de invertir en publicidad, estamos comprando los espacios de entrevistas’. Personalmente he recibido dos propuestas de Quito por partidos conocidos. Cuando se les comenta que están equivocados, la respuesta es igual: ‘Como en la radio ZX es así pensábamos que aquí era igual’”.
Hay dos cosas que me irritan especialmente: el que no pocos políticos, algunos relacionadores públicos y algunos empresarios de radio actúen con tanto desparpajo, como si fuera de lo más normal hacer trampa o saltarse la ley por la quijada. Claro, están seguros de la impunidad porque saben que no habrá ninguna autoridad que esté dispuesta a investigar y sancionar con alguna seriedad.
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Y lo segundo es que ahora ya no sabremos, como oyentes o televidentes, cuáles entrevistas son pagadas –publientrevistas en toda regla– y cuáles son producto de un real interés periodístico. Y con eso la credibilidad sufre en su conjunto.