En febrero de este año la República de Moldavia, a pesar de que su geografía no tiene litoral alguno, se adhirió a la Convención del Mar de las Naciones Unidas (Convemar). Dicho instrumento, entre muchas otras cosas, contiene importantes reglas que favorecen a los países sin salida al mar. De allí que Bolivia también sea parte de él desde 1995. Con la decisión de Moldavia son 153 las naciones que forman parte del único y más completo régimen legal internacional del mar.
El conflicto que ha surgido con Perú respecto a nuestros límites marítimos no es nuevo. Por años se lo ha querido esconder recurriendo a eufemismos, giros retóricos o vagas declaraciones. En la medida que nuestro vecino no admita que los convenios de 1952 y 1954, de los que Chile forma parte, son convenciones de límites marítimos, y se contente con decir simplemente que con nosotros no hay discrepancia, en esa medida, decíamos, el conflicto existe.
Si algo positivo puede sacarse del último incidente es que nuevamente se ha hecho evidente la necesidad de que nuestro país se adhiera a la Convemar. Desde el 2002 el Congreso ecuatoriano cuenta con un informe del Tribunal Constitucional en el que se declara que la citada Convención está conforme con nuestra Constitución. Siendo este tratado de aquellos que, por excepción, debe el Congreso aprobar antes de su ratificación por el Ejecutivo, se hacía necesario, desde que entró a regirnos la actual Constitución, que el Tribunal Constitucional emita un dictamen favorable. El dictamen ha sido emitido. Pero el Congreso nada ha hecho al respecto.
La aprobación de la Convemar fortalecería nuestra posición con respecto a la delimitación marítima con el Perú. La Convemar privilegia los convenios internacionales en materia de límites marítimos y no la fórmula de equidistancia, como algunos afirman. Esta última únicamente entra en juego en ausencia de tratados. Este no es el caso del Ecuador, Perú y Chile. Los tres, como se ha dicho, son parte de sendos tratados de límites marítimos. El que uno de ellos ahora lo desconozca es otra cosa.
Que la Convemar no contradice los acuerdos de Santiago (1952) y Lima (1954), sino que al contrario los refuerza, fue algo que tuvo en consideración Chile cuando decidió en 1997 ingresar a la Convemar. No vemos a Chile aprobando un tratado que ponga en duda la vigencia de dos tratados que son vitales en la definición de su límite marítimo.
Pero, al margen de estas reflexiones, la Convemar tiene suficientes méritos y beneficios que hacen indispensables su aprobación. No faltará por allí la demagogia que tilde a esta decisión como una afrenta a la patria. Nada de eso es cierto. El Ecuador seguirá ejerciendo soberanía sobre doscientas millas. En esa zona seguiremos teniendo autoridad exclusiva para aprovechar los recursos marítimos: hidrocarburos, minerales, etcétera. Mientras que nuestra soberanía territorial la ejerceremos sobre la franja de doce millas.
El presidente Rafael Correa, el Congreso y la dirigencia nacional tienen la palabra.