El presidente Bush, con la esperanza de reducir la demanda de petróleo en el hemisferio Occidental, se está preparando para completar un tratado con Brasil la semana entrante para usar etanol en toda América Latina y el Caribe.
El tratado podría conducir a un crecimiento sustancial en la industria del etanol en Brasil, donde se fabrica el combustible a partir de la caña de azúcar y es mucho más barato que el que se saca del maíz que se ha fomentado con tarifas proteccionistas y mandatos gubernamentales en Estados Unidos.
Sin embargo, el acuerdo ya ha empezado a generar reclamos por parte de los políticos de las regiones productoras de maíz en Estados Unidos. Temen que el plan pueda conducir a un incremento en las importaciones de etanol extranjero barato y rebaje el precio del de los productores estadounidenses.
Al incrementar la producción y consumo de etanol, en particular en países que producen azúcar, funcionarios del gobierno de Bush esperan reducir la dependencia de la región en su conjunto del petróleo extranjero, así como quitarles algo de presión a los precios del hidrocarburo. Como efecto secundario, sostienen algunos funcionarios estadounidenses, también podría reducir la influencia de Hugo Chávez, el presidente de izquierda del rico en petróleo, Venezuela.
Está programado que Bush se reúna con el presidente Luiz Inacio Lula da Silva de Brasil en Sao Paulo la próxima semana.
Funcionarios gubernamentales esperan completar un memorando de entendimiento por el cual se requiere la cooperación entre los dos países para la investigación y estándares comunes para los biocombustibles, así como para ayudar a otros países a replicar la pericia brasileña en la producción de etanol a partir del azúcar.
En Brasil, altos funcionarios del gobierno dijeron que el efecto más importante de una colaboración con Estados Unidos sería el de promover un mercado internacional más amplio para la tecnología brasileña del etanol.
“Queremos que el etanol se convierta en una mercancía mundial, y para que eso suceda, Brasil no puede ser el único productor”, dijo José Luiz Oliverio, vicepresidente de Operaciones de Industrias Dedini, principal fabricante brasileño de equipo para ingenios azucareros y fábricas de etanol. “Hemos estado cultivando y procesando caña de azúcar por 500 años, y tenemos confianza en nuestra capacidad para mantener nuestro liderazgo en este sector”.
Brasil y Estados Unidos representan más del 70% de la producción mundial de etanol. El acuerdo está orientado a alentar otros países, en especial los pequeños y pobres que producen caña de azúcar en el Caribe y Centroamérica, para que se conviertan en productores.
“Esto es más que un documento, es un punto de convergencia en la relación que es más densa y más intensa que cualquier cosa que hayamos visto en los últimos 20 o 30 años”, dijo Antonio Simoes, director de la división de energéticos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, en una entrevista telefónica. “Brasil se beneficiará, Estados Unidos se beneficiará, lo mismo que terceros países. Es una situación de ganar-ganar para todos los involucrados”.
“Lo bueno es que un país pobre puede reducir lo que paga por petróleo importado y ganar dinero exportando esto”, dijo Simoes. “De esa forma tendrán más dinero para invertir en programas sociales y la producción de energía se democratizará en el mundo, con 100 países produciendo energía en lugar de solo 15 o 20”.
Al final, los dos países esperan usar su tratado para impulsar la producción de combustibles renovables más allá del hemisferio. Brasil está interesado en alentar la producción de etanol a partir de la caña de azúcar en África, donde existe un comercio extensivo y vínculos culturales, así como en países asiáticos como Tailandia.
Las propias exportaciones directas de etanol de Brasil alcanzaron un máximo récord el año pasado. Sin embargo, la demanda del combustible está aumentando con tanta rapidez dentro de Brasil que la prioridad inmediata del gobierno es satisfacer su mercado interno.
Sin embargo, los grupos empresariales brasileños ven oportunidades comerciales en el suministro de equipo avanzado a otros países que quieren establecer sus propias destilerías de etanol.
Estados Unidos impone un arancel de 54 centavos por galón al etanol importado, pero los países del Tratado de Libre Comercio con Países del Caribe y Centroamérica están exentos de ellos si producen etanol a partir de productos cultivados en sus propios países. Con el uso de tecnología brasileña en la refinación del etanol a partir de la caña de azúcar, esos países podrían con el tiempo convertirse en exportadores a Estados Unidos.
El año pasado, Estados Unidos importó alrededor de 600 millones de galones de etanol, y alrededor de 200 millones de galones provenían indirectamente de Brasil por el Caribe, según Robert Dineen, presidente de la Asociación de Combustibles Renovables, un grupo comercial que representa a los productores de etanol. El total de importación de todo tipo de etanol sumó poco más de 10% del consumo estadounidense del año pasado.
* Con la colaboración de Matt Wald en Washington.
© The New York Times News Service