El barrio Art Deco de South Beach significa ir a pasarlo bien. Apenas 24 calles albergan la única arquitectura de este estilo que queda en Estados Unidos y la más importante del mundo, con 1.200 edificaciones.
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Hoteles de dos o tres plantas cuajados de neón y un ambiente tropical alegran los días y, sobre todo, las noches. Los camareros (ellos y ellas) parecen modelos y hay una explosión de latinoamericanos atendiendo los restaurantes y locales de moda. Gente guapa y culta que busca hacer “plata” rápida para su maestría, abrir un negocio o pagarse la universidad.
Si por las mañanas la fauna humana desfila con la mínima ropa posible, el frenesí nocturno no defrauda: asombrosos atuendos, peinados ultramodernos, calles abarrotadas de autos descapotables, montañas de bíceps y toda la silicona imaginable en unas jovencitas que exhiben las piernas de gacela y una delantera a punto de meter dos goles frontales.
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Cenizas resucitadas
Para comprender el significado de este distrito tan peculiar hay que remontarse a los años treinta, cuando el Art Deco hacía furor en el mundo. Este enclave nació gracias a un puñado de arquitectos deseosos de contribuir con sus creaciones coloristas, espaciales y sofisticadas al urbanismo moderno de la época, concebido como una fantasía del diseño industrial.
L. Murray Dixon, Henry Hohause, Albert Anis, Rissell T. Pancoast y Anton Skislewicz fueron, entre otros, los nombres más destacados que alzaron este curioso universo de hoteles pequeños y bloques de apartamentos que han sobrevivido a duras penas en medio de una aureola legendaria.
Como en la primavera de 1988, cuando miles de ciudadanos de Miami se concentraron ante las puertas del hotel Senator para evitar su demolición. Los nuevos propietarios habían anunciado la intención de sustituirlo por un aparcamiento. La gente se organizó: equipos de vigilancia, llamamientos a la opinión pública, manifestaciones.. y el hotel se salvó.
En el resurgir épico de sus cenizas, el rescate del distrito Deco de South Beach se ha convertido en motivo de orgullo y ejemplo en el resto del mundo. Mientras los principales edificios Deco de Londres, Seattle, Amsterdan o Sydney desaparecían, Miami ganaba su batalla contra la despiadada especulación inmobiliaria.
Estampa de modernidad
La artista Bárbara Baer Capitman, líder en la conservación del distrito, da idea del gran triunfo: “En los años setenta Miami Beach había caído en desgracia, basta recordar que en 1976 el término Art Deco apenas se conocía. Predominaban los neones baratos, edificios deteriorados y carteles de habitaciones a $ 5 semanales”.
Según explica, la ardua tarea para preservar los edificios y rehabilitarlos “fue tan excitante como una excavación arqueológica”. Bárbara creó una asociación de diseñadores, artistas y vecinos que durante años ha movilizado a políticos y creado opinión pública, abogando por la arquitectura Deco frente al estilo mediterráneo-español del resto de la ciudad.
Así, poco a poco, la defensa de este apetecible trocito costero logró el agrado y el consenso nacional, lo cual ayudó a que South Beach Miami sea de nuevo una brisa de inspiración en la creciente demanda de réplicas Deco de otras localidades. Bien por Miami.
Fuentes: EFE