Ningún ser humano posee el derecho a cortar la vida de otro, no importa el rango político-social que  tenga este.

Para responder la carta que me  ha dirigido un lector  he recurrido al servicio de internet, que cataloga a la pena capital como “la forma extrema de pena cruel, inhumana o degradante”,  y que constituye una violación del derecho a la vida.

La  pena capital es una especie de venganza del Estado contra el acusado de cometer un grave delito. Aunque se la representa a veces como la eliminación de un cáncer, cuyo tumor se expande velozmente si no se lo separa del cuerpo.

Entre los innumerables aspectos negativos que tiene la pena de muerte, menciono los siguientes: 1. Ningún ser humano posee el derecho a cortar la vida de otro, no importa el rango político-social que  tenga este. 2. Las religiones coinciden en que la vida humana pertenece a Dios. No importa cómo se llame la Divinidad. 3. El caso se agrava más aún por la posibilidad de que el juez o los jueces incurran en un error, al calificar como criminal a un inocente. 4. Las estadísticas muestran que esta acción no tiene el poder de disuadir. 5. La oposición a este castigo cruel y vergonzoso crece día tras día, como señalan los informes emitidos periódicamente por instituciones beneméritas como Amnistía Internacional.

Se ha producido un espectacular avance. En 1977,  cuando Amnistía Internacional convocó a una Conferencia Internacional sobre la Pena de Muerte, en Estocolmo, Suecia, solo 16 países habían abolido la pena capital para todos los delitos. Hoy día hay 88 países abolicionistas. Un buen aporte para esta tarea ha sido proporcionado por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, instando a los países que no han abolido la pena a que suspendan las ejecuciones.

“No a la ejecución” es otra campaña que desarrolla Amnistía Internacional. Su objetivo es terminar con el empleo de la pena contra menores de edad. El plan señalaba como plazo el fin del año 2006.   Lamentablemente no se cumplió esta aspiración, cuya legitimidad nadie se atreve a discutir con razones morales, legales o filosóficas de peso.

Buen testimonio del crecimiento de la oposición a este castigo extremo es la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte, entidad que agrupa a organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos, institutos de cultura, colegios de abogados, sindicatos, academias y autoridades locales y regionales.