No voté por Correa. No es que Noboa me emocionara. De hecho me avergonzaba bastante verlo arrodillado con Biblia en mano y diciendo tanta ridiculez. Pero identificado más con su ideología lo creía el mal menor.
Hoy eso es pasado. Ya no importa por quién votamos ni en quién creímos. Rafael Correa será nuestro nuevo presidente. Todos debemos estar con él.
Más allá de no estar de acuerdo ideológicamente con Correa, creo en sus buenas intenciones. Creo que quiere sacar a este país adelante. Por eso lo apoyaré esperando que su gobierno sea un éxito. Pero ese apoyo no puede ser ciego. Sin mencionar mis preocupaciones en lo político, por la difícil relación que enfrentará con el Congreso ante su promesa de la Asamblea Constituyente, me preocupa mucho lo que el nuevo presidente haga en lo económico.
Me preocupa su ideología estatista en un país donde el Estado no funciona. Lo hemos escuchado decir que acabará con el modelo económico neoliberal y que el Estado regulará aún más la economía. ¡Pero si Ecuador es todo menos liberal! Si el país fuese realmente liberal, no tendríamos tantas empresas ineficientes y corruptas en manos públicas. La educación no estaría secuestrada por el Estado. La seguridad social estaría compitiendo libremente con sistemas privados para que sean los ecuatorianos los que decidan dónde invertir su plata, y no el Estado quien decida dónde desperdiciarla. Somos todo menos un país liberal. El Estado mete mano en todos lados. La burocracia se alimenta como parásito de empresas y sectores que deberían estar en libre competencia. Por eso me preocupa que Correa quiera estatizar aún más nuestra economía.
Creo en las buenas intenciones de Correa. Creo en las buenas intenciones de muchos de quienes lo rodean. No creo en su convicción de que el Estado y la burocracia ecuatorianos pueden funcionar como en países avanzados. El Estado no cambiará sus prácticas de la noche a la mañana. Estamos a años luz de aquella burocracia idealizada en la que hombres y mujeres serios trabajan por el bien común más allá de cualquier otro interés personal. El libre mercado, con todas sus imperfecciones, a diferencia del Estado, sí funciona.
Más allá de sistemas económicos e ideología que el nuevo presidente quiera impulsar, esperemos que en su cabeza esté siempre presente la palabra libertad. Libertad para comprar, para vender, libertad para contratar, libertad para poner la plata donde uno quiera y usarla como uno quiera, libertad para invertir. Cualquier acto en contra de esta libertad solo creará problemas, atraso y más pobreza.
Felicitaciones a Correa. Sin duda su campaña fue un éxito. Supo llegar con su mensaje. Supo despertar en la gente el deseo de cambio. Felicitaciones por su actitud esta primera semana como vencedor. Ha mostrado seriedad y humildad. Buen inicio. A diferencia de Noboa que nos ha avergonzado al no saber perder. ¿Volveremos algún día a escuchar al candidato perdedor felicitar y desearle éxito al ganador?
Buena suerte al Presidente electo Correa. Ojalá no caiga en el intento, y por el bien de todos lo tengamos en Carondelet cuatro años. Ojalá sus ideas y propuestas funcionen. Ojalá sus promesas se hagan realidades. Pero cuando eso no suceda, que recuerde que siempre puede girar el timón hacia el camino de la libertad económica, la libertad individual y el gobierno limitado; es decir, hacia el progreso.