Siempre se ha dicho que pocas civilizaciones han dejado en la historia marcas tan profundas como las que nos legaron la cultura griega y la romana, en muchísimos campos desde la política a la filosofía, desde la astronomía a la oratoria, desde la arquitectura a la medicina. Es tan importante y variada su herencia histórica que, aunque podría sonar a cliché, es posible seguir encontrando en medio de los recovecos de los libros, instituciones y ejemplos que bien podrían servirnos en estos tiempos de incertidumbre política.

Cito en primer lugar una institución clásica de Grecia, de la cual se deriva el actual significado del vocablo ostracismo. Resulta que a finales del s. XI a.C., se iba a establecer en Atenas una exitosa vivencia democrática que iba a durar más de un siglo y que se convertiría en la fuente principal de su poder; a medida que la democracia se desarrollaba, la gente de Atenas se empezó a cuestionar respecto al rol de ciertos individuos que eran proclives a dividir la ciudad en facciones, desestabilizando el poder constituido y conduciendo a la ruina de la democracia. Los atenienses no querían saber nada de castigos violentos, precisamente porque el nuevo y civilizado orden que había traído la democracia alejaba sanciones intolerantes e incriminatorias. Ante tal dilema, los atenienses crearon una manera más adecuada para enfrentarse al egoísmo político de esos otros ciudadanos.

Así crearon la figura del ostrakon que incorporaba un singular procedimiento: todos los años los atenienses se reunían en el mercado y escribían en una tablilla de barro llamada “ostrakon” el nombre de un individuo al que querían ver desterrado de la ciudad durante diez años.
En el evento de que el nombre de una persona en particular aparecía con más de seis mil votos, esa persona era forzosamente exiliada de la ciudad por el lapso antes referido. Este procedimiento se convirtió en una especie de festín democrático, pues no había satisfacción más grande para los atenienses que el de poder desterrar a aquellos individuos “irritantes, que provocaban inquietud y que pretendían elevarse por encima del grupo al cual debían servir”. Si el ostrakon hubiese sido utilizado en nuestro país hace algunos años, ¿nuestra vida democrática hubiese cambiado?

Roma no se queda atrás en su legado, pero en ese caso cito una frase que tiene su origen en una peculiar costumbre de la Roma Antigua. Se dice que cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma, caminaba tras él un siervo que se encargaba de repetirle la frase respice post te, hominem te esse memento, que era un equivalente a decirle ¡mira tras de ti, recuerda que eres mortal!, de forma tal que el orgulloso general no caiga en la soberbia, pretendiendo a la manera de un monarca omnipotente, usar su poder ignorando las limitaciones impuestas por la ley y la costumbre. Ojalá que mañana, una vez conocido el resultado electoral, sea cualquiera el candidato victorioso, tenga a su lado un buen amigo que se encargue de recordarle algo tan sencillo, pero tan perdido en estos tiempos. Me da la impresión que buena falta le va a hacer.