Cuenta Homero en el Canto XII de La Odisea que Ulises, en su largo viaje de regreso a Itaca, debió atravesar un mar conocido por la presencia de sirenas cuyo canto enloquecía tanto a quienes las escuchaban, que terminaban por lanzarse al mar en su búsqueda y ahogarse. Para evitarlo ordenó a toda la tripulación que se tapara los oídos con cera, y él mismo pidió que lo ataran bien a un mástil de la nave. De esta forma si bien Ulises gozaría de su música, quedaba igualmente protegido del riesgo de ahogarse.
La campaña electoral ha comenzado y tal como ha sucedido en otras ocasiones, un verdadero ejército de sirenas ha empezado a entonar las canciones más deslumbrantes que ser humano pueda imaginarse. Todos nuestros sueños se harán realidad. Todos. Habrá revoluciones, refundaciones, reformas y reestructuraciones. Un esplendoroso mañana nos aguarda. Escuelas, carreteras, empleo, hospitales y comida en abundancia. Todo lo podrán estos personajes. Hay que escucharlos y verlos. Es como si un nuevo Ecuador comenzará a nacer el próximo 15 de enero. Habrá una lluvia de felicidad, paz y justicia. Las tasas de interés bajarán, la delincuencia desaparecerá, la corrupción será extinguida y la prosperidad se instalará. Todo eso a cambio de nuestro voto. Así es. Vota por mí. Con tu voto, tu vida y la de tu familia van a cambiar. Vamos. No te dejes engañar por los otros, y menos por esos amargados que andan hablando del voto nulo. No. Tienes que votar todo por mi lista y solo por ella. Y haciéndolo, te haré feliz.
Parecería que tienen una receta para todo. Recetas que no son sino un agregado de declaraciones genéricas que nada nos dicen. Nada concreto, nada específico. Solamente una larga lista llena de tantos buenos deseos y generalidades como de huecos y contradicciones.
Algunos candidatos al Congreso llegan al extremo de simplemente decirnos que “si llego al Congreso, voy apoyar todo lo bueno y a oponerme a todo lo malo…”.
Ay del candidato que se le ocurra reconocer que tal o cual problema es muy complejo y que va a procurar solucionarlo en los cuatro años que tendría como presidente, pero que probablemente se requiera de una década para superarlo completamente... Ay del candidato que reconozca no saber de un asunto con precisión pero que se rodeará de expertos para discutir una solución… Ay del candidato que diga que le parece interesante el plan que ha propuesto otro candidato… Ay del candidato a diputado que presente los proyectos de ley que va a someter a consideración en el Congreso…
Probablemente Ulises podía haber adoptado soluciones más racionales para superar el riesgo que iba a enfrentar. Pero las suyas fueron quizás las que mejor se acomodaron a las debilidades que él conocía, tanto de sus tripulantes como de él mismo. Las democracias deben coexistir con muchos gérmenes que ella misma crea y que a veces han terminado por matarla. Una de ellas es ese ritual canto de las sirenas que acaba de comenzar.