Hace pocos días se publicó una medición realizada por la organización británica New Economics Foundation acerca del éxito o fracaso de los diversos estados en proporcionar a sus ciudadanos lo que se considera una “vida agradable”, tomando en cuenta una serie de factores entre los que se destaca la percepción de satisfacción que tienen los habitantes de un país al vivir en él, la esperanza de vida así como el respeto e interrelación con el entorno ecológico.

La medición se llama Índice del Planeta Feliz (Happy Planet Index) y se enmarca dentro de una nueva tendencia de plantear el bienestar y el suceso de los estados a través de indicadores alternativos, no en los tradicionales términos comerciales o de riqueza bruta; entre los factores de medición, me llamó especialmente la atención el considerado elemento de satisfacción de vida, ya que la medición –presumiblemente subjetiva– iba más allá de la evaluación personal, qué tan feliz puede ser una persona en su vida, y se relacionaba más bien con los niveles de esperanza que cada individuo mantiene al vivir en un estado determinado. Obviamente una medición de ese tipo puede resultar controversial, pero lo cierto es que la mayoría de académicos acepta como válida esa propuesta de identificación.

En todo caso, la medición del Planeta Feliz refleja datos muy interesantes, ya que dos países latinoamericanos, Colombia y Costa Rica, se ubican en los primeros lugares entre los países más felices del planeta con plena concordancia con el respeto ecológico. Nos podría llamar la atención la percepción que tienen los colombianos respecto a su país, ya que más allá del complejo y cruento conflicto armado y de los problemas del narcotráfico, mantienen una satisfacción muy elevada al momento de medir el éxito de su estado de proporcionar una vida adecuada, hecho que podría tener adicionalmente explicaciones de carácter cultural.

La otra cara de la medalla la proporcionamos nosotros, los ecuatorianos, quienes al momento de calificar la satisfacción de vida que les depara este país, nos encontramos en penúltima situación en América Latina, superados solo por los bolivianos y por los haitianos, quienes presumiblemente tienen más razones para la frustración. Al igual que las mediciones en las que nos percibimos entre los estados más corruptos, mantenemos una visión pesimista lo que permite revelar el fracaso del Estado al momento de proporcionar una vida satisfactoria a sus ciudadanos. ¿Qué tienen los colombianos que no tengamos los ecuatorianos para plantear la satisfacción de vida en otros términos? No solo es Shakira, se los puedo asegurar.