Es lo que dijo, por experiencias anteriores, el mayor de dos hermanos que dormían junto a sus padres en una cama muy pequeña. ¡Pero, agárrate bien!, sopló al oído del menor para prevenirlo de la posibilidad de salir despedidos al suelo, a causa del arrebato conyugal con que la pareja llegaba nuevamente al “altar del himeneo”.

¡Agárrate conciudadano...! Es lo que también se me ocurre decir al desencadenarse la campaña electoral. Sufro el mismo temor que atenaza la garganta de toda la nación: verse lanzada al averno de una nueva aventura emprendida por el conocido, sempiterno y ciego populismo demagógico, que ya enfila sus baterías cargadas con viejos y trillados baratillos de ofertas.

Los nuevos aspirantes a “honorables”, también aportarán lo suyo para ahondar la tensa espera. Y para magnificar este sentimiento de espanto colectivo, están los decididos a continuar en el inventario del viejo caramanchel de baratijas, y cual ropavejeros exhibir los trapos usados y raídos que formaron su ajuar de recursos en el largo periodo anterior.

Repetirán, cacofónicos, cansinos sonsonetes como: “luchar contra la oligarquía, banqueros corruptos, la Base de Manta, el TLC o echar fuera del país a la Oxy”. Deshilachada cantilena con que en cada campaña intentan cubrir un insignificante  servicio a la nación.

Se darán de sombrerazos por incluirse en las amarillentas y ajadas listas antidemocráticas. Y para servirse del pastel, a coro prometerán a los sencillos, transformaciones, reformas y servicios generadores de miles de puestos de trabajo.

Inmersos en la algazara pueblerina, subidos en tinglados circenses mediante altavoces estridentes, contaminarán el ambiente con lenguaje burdo, soez, con el que diariamente nos intoxicarán hasta octubre en que iniciarán otro ciclo para nuevamente incubar la nada.

De esta “Caja de Pandora” saldrá cualquier cosa informe, oscura, que a primera vista parecerá mejor hasta llegar a conocerla. Una nueva bancada, igual de calladita, como la habida a lo largo del tiempo estará presente en la palestra, en la escandalosa arena de la politiquería.

Decidida a permanecer muerta en su curul, hasta que, obligada, agitará el brazo para manifestarse desde su tumba “a favor o contra la moción”. Sin embargo, muy “viva” para vender el “sí o no” a cambio de jugosas canonjías y asignaciones para “construir” caminos vecinales, estadios, parques, centros comunales, etcétera, en “beneficio” de sus provincias.

Rústica, sin verbo ni formación, de escaso seso, ocupará los escaños gracias a leyes electorales cocinadas al gusto y paladeo de caciques y sus mezquinos intereses partidistas. Casi en taparrabos y “limpia de medio”, se rodeará de asesores engreídos y sobrevalorados. Alcanzará la opulencia y logrará oportunidades múltiples para “alzarse con el santo y la limosna”. Y así, nuevamente dispuesta, como peón, corifeo, payaso o camaleón, será fresca mercancía en remate permanente al alcance de la mejor oferta.

Vanas ilusiones y angustiosas necesidades insatisfechas se alojarán en la mente del ciudadano menos favorecido. Permanente víctima de la oferta falaz, y eterno engañado con promesas imposibles de lograr. Enfrentado a su triste realidad rumiará su pobreza; sin trabajo, educación, salud, seguridad ni vivienda. Desesperanzado, sin comprender que su propia elección lo condena, escapará a un mundo xenófobo, segregacionista, para ser tratado como un paria.