En Guayaquil, el 9,8% de los niños entre 1 y 4 años de edad presenta enfermedades diarreicas agudas (dato de la Dirección Provincial de Salud del Guayas, año 2004).

El clima cálido y húmedo, principalmente en las temporadas lluviosas, la prevalencia de lamentables condiciones sanitarias en áreas urbano-marginales, el agua y alimentos contaminados, la proliferación de insectos y roedores, la mala nutrición, la escasa educación sanitaria y el aumento poblacional, son condiciones para que prolifere esta enfermedad.

En general, las diarreas infecciosas figuran entre las más comunes en los dos primeros años de vida, especialmente durante los doce primeros meses, en los países en vías de desarrollo.

Los patógenos más frecuentes en los trópicos son los virus (rotavirus y otros), que producen diarreas agudas a lo largo de todo el año, tanto en las estaciones seca como lluviosa. Le siguen las bacterias productoras de toxinas enterotaxigénicas (el cólera, la E. coli, las salmonelas, etcétera), a más de otras; los parásitos intestinales (amebas, giardias, etcétera), y ciertos hongos que se involucran directamente con el tracto gastrointestinal.

En su duración y gravedad intervienen varios factores propios del huésped, la naturaleza del agente infeccioso, la intensidad de la exposición a los gérmenes entéricos, el tipo de alimentación, el tratamiento inadecuado al inicio de la enfermedad y la prevalencia de otras patologías.

En muchos sectores de nuestra población se desconoce que los niños con diarreas deben continuar con la lactancia materna como fuente de nutrición y protección, independientemente del estatus económico de la familia.

Asimismo, se ignora la importancia del suero oral para evitar la deshidratación, o que en caso de deshidratación leve a moderada se debe recurrir a un servicio de semihospitalización (centro de hidratación) para evitar complicaciones posteriores, que obligan a una posible hospitalización, cuyos costos directos e indirectos son muy altos para la ciudad y para el Estado, y que afectan además el rendimiento laboral de los padres.

De allí la importancia de emprender una campaña permanente y agresiva a través de los medios de comunicación, involucrando a la comunidad y brindándole información actual.

El material impreso, que ofrece mayores ventajas que la información verbal como método educativo, debería ser privilegiado.

Aunque los costos de un esfuerzo educativo así, dirigido al personal de Salud y a la comunidad, serían altos, debe tomarse en cuenta la relación costo-beneficio en el tratamiento de un problema que afecta gravemente a la población.

El niño ecuatoriano requiere algo más profundo y duradero de lo que hasta ahora se ha hecho. Las instituciones deben protegerlo no por un día, ni por un año, especialmente mientras prevalezca la marginación social. Y es sabido que la educación es un medio indispensable para una buena salud y para el completo bienestar físico, mental y social.

*Pediatra