No se puede negar, contradecir u ocultar el progreso y adelanto de Guayaquil, que en solo aproximadamente dos décadas tiene una transformación asombrosa. El interés cívico puesto en el desarrollo urbano por los dos últimos alcaldes (Febres-Cordero y Nebot) es la paradoja administrativa a lo que es el interés político de quienes dominaron la ciudad con un modelo negativo.

El desarrollo urbano, tal como lo puede apreciar cualquier visitante de antes y después de las señaladas administraciones, no deja de extrañarse y hacerse las preguntas que despiertan curiosidad por conocer la génesis de este proceso creador e innovador. La mística que impulsa las grandes epopeyas de administración pública ha ido más allá del ego político de los individuos que les ha tocado actuar en el sistema.

Aún quedan muchas cosas que se deberían hacer, así como decisiones que tomar; aunque no faltarán intervenciones negativas. (El transporte público abarrotado de buses dinosaurios sin pasajeros que entorpecen el tránsito... la seguridad pública... la indiferencia de la ciudadanía que todavía no se involucra y acepta la responsabilidad de mucho de la disciplina social y un largo etcétera pendiente aún para la organización citadina). Pero, será difícil competir con la capacidad y la honestidad empleadas en la productividad de los recursos municipales. El impulso, estímulo y estilo contribuyen al factor externo y a la empatía del ciudadano que aquí vive.

Es posible que dentro de los programas estén consideradas las todavía ausentes campañas sociales para rescatar la imagen de la ciudad. El crecimiento trae aislamiento y tendencia a perder la identidad y vuelve a sus habitantes indiferentes a los problemas. Se llega a pensar que todo tiene que resolverlo la autoridad, y así crece la centralización de decisiones y aumentan en forma indebida los factores negativos que vienen en desmedro de nuestra cultura.

Una ciudad es un sistema, definido como un ensamble de individuos o personas que deciden vivir en ella dentro de normas, y usufructúan los beneficios que se derivan por asociarse. Así se consigue un mayor valor como síntesis del proceso.

Guayaquil aún está dividida por el clientelismo político que la ha tenido convertida en un bastión, para apoyarse en su densidad demográfica. El deseo intrínseco de los gobiernos de llevar a Quito lo mejor de la inversión económica. La mentalidad burocrática se encarga de desestimularla jugando con el tiempo y la abrumadora cantidad de oficios, informes técnicos y creación de leyes y reglamentos.

El alcalde actual, Ab. Jaime Nebot, lucha por restituir la marca que tuvo Guayaquil, sin causar detrimento a nadie. Que vuelva a ser Guayaquil la ciudad adelantada de otro tiempo, sin subordinación a castas políticas y económicas que han paralizado su progreso en provecho personal o partidista.

El marketing social es una nueva herramienta para la administración de las ciudades, que básicamente comprende las campañas sociales sistemáticas y estratégicas para “cambiar la conducta pública”. El producto social que se desea tiene que salir de un análisis producto-mercado, decidir las prioridades y controlar el cumplimiento de metas.

Es una misión más para el M.I. Concejo Cantonal de Guayaquil.