América del Sur está mirando al Sur. Entre la tautología y el absurdo. Tautología, aunque sería natural y no una redundancia, el que lo haga. Absurdo, porque se ha pasado décadas mirando al Norte.

Hoy América del Sur ha preferido volver a su escenario natural, América del Sur, con todas las dificultades y las incertidumbres que entraña el haber mirado tanto tiempo hacia el Norte.

Hasta ahora, nosotros nos habíamos mantenido al margen de esa inquietud, entre el alelamiento y el servilismo del régimen de Lucio Gutiérrez. Pero hemos comenzado a sumarnos a esa fuerza de gravedad que nos acerca al Sur.

Por más allá de los resultados inmediatos (tan valiosos para los que no miran más allá del borde de sus narices), la propuesta es tentadora. Sobre todo porque nos abre otro horizonte. Le pone alguna carne al discurso de América Latina. Finalmente, es un problema de identidad que, para los que se globalizaron en calidad de modernos siervos de la gleba, es un arcaico nacionalismo. Allá ellos.

Ese mirar al Sur es el sentido de la política económica que propone el ministro Rafael Correa, sujeto a tanto equívoco entre manos de esa retórica informativa que se tropieza en las palabras.

Así han sido tradicionalmente nuestros medios de información. No se les puede pedir nada mejor.

Buscar alianzas lejos del Fondo Monetario Internacional no es necesariamente una locura. Es una audacia, sí. Pero parte de la constatación de que todos los tutelajes del FMI, desde Rusia hasta Argentina, han sido un fiasco. De modo que lo que está haciendo Correa no es escoger entre Dios y el diablo, entre el FMI y Chávez. Lo que está haciendo es aplicar una estrategia que desecha las dependencias incondicionales. Con alto riesgo, naturalmente. Pero, me pregunto: ¿no vale la pena correr el riesgo, cuando esa incondicionalidad no ha hecho sino acumular miseria y fundarse en la mentira? Por ejemplo, ¿nos hemos preguntado, acaso, por qué arte de magia ese famoso y enigmático descuento impuesto al barril de petróleo ecuatoriano por las multinacionales del mercado, a nombre de la calidad del crudo, descendió en estos días de 18 a 10 dólares? ¿Tendrán los asesores petroleros, que inundan con profecías la opinión pública, una explicación para algo que parece no ser otra cosa que rapacería, simple rapacería?

La propuesta del ministro Correa apunta a un cambio sustancial de modelo económico. No sé si al presidente Palacio le alcancen las sábanas para tal reto. No importa tampoco si solo son unos pocos meses de gobierno. Basta un poco de tiempo para echar abajo mitos. Al antiguo Feirep ya no será posible volver. Talvez también se rompa definitivamente el vergonzoso cordón umbilical con el FMI. Talvez ya no podremos dejar de mirar al Sur, a la corriente que propone mecanismos nuestros, de América del Sur, para el futuro.

¿Que las negociaciones con Venezuela son políticas? Noticia. ¿Acaso el FMI no es político? ¿Acaso el TLC no está atado a los destinos políticos? ¿Acaso la dolarización no fue, más que una solución técnica, un gesto político?

El desarrollo es un reto político. Y así, me parece, lo entiende el ministro Correa.