Algunos medios de comunicación presentan al Ecuador como antepenúltimo país pobre de América Latina. La cuarta edición del “sistema integrado de indicadores sociales” revela que en la actualidad el 61% de los ecuatorianos es pobre y que la desigualdad ha crecido en la última década. El 10% más pobre posee solamente el 1,1 % de la riqueza, mientras el 10% más rico posee el 45%. La pobreza es mayor en la Costa, pues llega al 66,5%; en la Sierra, que tiene menos recursos, llega al 64%.

Una de las causas de la pobreza viene de lejos; es la poca valoración social del trabajo, especialmente del trabajo manual. Colonizadores influyentes llegaron con la mentalidad del caballero andante, cuyas manos estaban destinadas para empuñar la espada y hojear libros. Esta mentalidad se consolidó, entregando a los indígenas el trabajo, que en ese tiempo era en buena parte manual. El no encallecer sus manos en el trabajo llegó a ser un signo de señorío. La vida fácil garantizada por la explotación de lo ya existente, es decir, las minas y el sudor del indígena, se transformó en esa mentalidad de usar sin crear nuevos recursos. Una causa es la cultura del prestigio, no del dinero.

Otra causa de nuestra pobreza es, sin duda, la despreocupación del mañana, o sea, el poco aprecio del ahorro, aprecio rebajado aún más por el apetito de consumo, agudizado por los medios de comunicación. Además, los que pueden ahorrar sin dificultad sacan a otros países los ahorros ganados en Ecuador; en consecuencia, no crean fuentes de trabajo. Hemos llegado al absurdo de que, porque los ricos sacan dinero del Ecuador, muchos pobres capaces de trabajar y producir deben salir para reintroducirlo, en forma de remesas enviadas a sus destruidas familias.

La propaganda de objetos de consumo producidos por pueblos de otras latitudes nos lleva a sustituir los productos nuestros y a adoptar estilos de vida, con los cuales pensamos ser más felices y más importantes. Un ejemplo entre tantos, pequeño este, es el abandono de la lana de ceibo, suplantada por la espumaflex. Las suplantaciones extraen no solo dinero del país, sino también cierran fuentes de producción. Señalo de paso que esta es una de las desventajas del TLC.

La causa principal de la pobreza no es la falta de recursos; pues los tenemos mucho más que Japón, sobre todo, en la Costa ecuatoriana. La causa está en la educación de las personas: creer que colaboramos con Dios en la obra de la creación, trabajando, inventando, dando valor añadido; creer que honramos a Dios, dando nuestro aporte al crecimiento y felicidad de los otros; aceptar que, como dice Pablo a los tesalonicenses, que “quien no quiera trabajar que no coma” tiene un influjo enorme, aunque no sea cuantificable ni fotografiable. En resumen, la primera causa de nuestra pobreza es nuestra educación mala, especialmente desde la instauración de la jornada única y del sindicado único. Somos los antepenúltimos en pobreza y los penúltimos en educación.