El arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi, pidió hoy a Dios "sabiduría e inteligencia" para el príncipe Alberto II, en la homilía de la misa que marcó el primer acto de la ceremonia de entronización este martes del soberano.

"En las dificultades del mundo actual, y los recientes atentados de Londres nos han mostrado la fragilidad de nuestras sociedades democráticas, la carga que recae en las espaldas del príncipe Alberto es pesada y delicada", aseguró Barsi en la catedral monegasca ante el príncipe y unos centenares de invitados.

El arzobispo pidió a Dios que dé a Alberto "espíritu de sabiduría e inteligencia, que le de un corazón atento para gobernar con justicia y discernir el bien y el mal".

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En un Estado en el que el catolicismo es religión oficial, la misa marcó el inicio de los actos de entronización de Alberto, que culminarán esta tarde con un encuentro en la Plaza del Palacio con su pueblo, ante el que pronunciará su primer discurso oficial como soberano.

"Estamos alegres por la entronización del Príncipe Alberto y en la obligación de unirnos en torno al que preside a partir de ahora el destino de nuestro país", aseguró.

El arzobispo recordó las palabras del fallecido príncipe Rainiero III de que "la unión estrecha entre la familia principesca y el pueblo de Mónaco ha garantizado la independencia, la soberanía y la libertad del Principado".

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"Son esos lazos familiares entre el príncipe y la familia los que hacen la perennidad del Principado", declaró, después de instar a mirar "al príncipe como el jefe de nuestra familia".

A la espera de la ceremonia internacional de coronación, que tendrá lugar el 19 de noviembre próximo en presencia de numerosos invitados procedentes de todo el mundo, el príncipe quiso que el acto de hoy fuera más íntimo y familiar, por lo que sólo han sido convidados los monegascos.

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Aunque oficiosamente Alberto II está al frente del micro-Estado mediterráneo desde la muerte de su padre el pasado 6 de abril, ha habido que esperar al fin de los tres meses de luto oficial de la familia Grimaldi para proceder a la entronización simbólica.

A sus 47 años, Alberto se convierte en trigésimo primer Grimaldi que accede al trono detentado por esa familia desde hace 700 años.

El príncipe llegó sobre las 9.30 GMT a la catedral de Mónaco, donde reposan los restos de su padre, Rainiero, y de su madre, Grace Kelly, fallecida en accidente de tráfico en 1982.

Vestido con un traje oscuro y corbata azul, con semblante distendido, Alberto bajó de una lujosa limusina acompañado de sus hermanas, Estefanía y Carolina, y del marido de ésta, Ernesto de Hannover.

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Posteriormente llegaron sus sobrinos y otros miembros de la familia.

Los Grimaldi ocuparon los puestos de honor en la catedral, donde se ofició una misa "Te Deum" acompañada de música de Mozart y de otros seis compositores clásicos.