Razija Ramulj, de 10 años, se sentó en la montura y chilló de alegría cuando la yegua zaina se crispó y le permitió que acariciara su crin revuelta. Los maestros de la niña, que es discapacitada mental, y otros niños la rodearon y aplaudieron, pero los gritos de júbilo más fuertes fueron los de Jean-Claude Carreau: sus "¡bravo, bravo!", retumbaron resonaron por todo el campo.

Detrás de tanto júbilo subyace una tragedia.

El ex oficial de marina francés, de 72 años, decidió crear una fundación de ayuda a niños huérfanos y lisiados de Bosnia tras un peregrinaje a la tierra donde su hijo, un soldado de las fuerzas de paz de la ONU, murió al explotar un obús durante la guerra de tres años y medio.

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Desde hace cinco años, Carreau ha sido testigo de cómo los caballos ayudan a los niños a afrontar problemas de los cuales no pueden hablar.

"Lo que me asombra es que la mayoría de la gente detestaría a Bosnia si su hijo único hubiese muerto aquí", dijo Barry Cleland, un neocelandés que dirige el centro. Jean-Claude decidió hacer lo contrario.

Carreau dijo que siguió los pasos del capitán Gilles Carreau para tratar de comprender por qué murió y a qué se debía esta guerra. Conoció a otros soldados franceses de las fuerzas de paz y visitó un asiló para huérfanos que le dejó una imagen imborrable. 

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"Conocí a esos niños", indicó, con los ojos llenos de lágrimas. "Comprendí que había muchas razones para quedarse". En busca de un alivio para su pesar, Carreau se asoció con los padres de otros soldados de paz de la ONU que murieron aquí y creó la fundación Huérfanos de Bosnia, con sede en Luxemburgo.

Durante un viaje a Francia por negocios de la fundación, observó que los niños que tenían problemas para comunicarse mostraban progresos después de estar en contacto con caballos.

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Así nació su proyecto siguiente.

Con 400.000 euros (490.000 dólares) de sus ahorros, Carreau compró tierra en la aldea de Kakrinje, a 10 kilómetros de Sarajevo. Creó la fundación Tierra de Amistad y Paz, y trajo caballos para los niños huérfanos y lisiados.

Convirtió el proyecto en un centro de 1,66 millones de dólares que ofrece becas, vacaciones y terapia. Los terapeutas usan los caballos para ayudar a los discapacitados físicos y mentales a mejorar sus destrezas motrices, equilibrio y confianza. También ayuda a los niños traumatizados.

" No hace falta ser médico para ver cómo esto ayuda a los niños", dijo Carreau, mientras Razija, habitualmente callada, expresaba su felicidad a los maestros.

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Son escasos los centros de ayuda a los niños en Bosnia, donde la pobreza y el desempleo dejan pocos medios para obras de caridad. Haris Memisevic, el maestro de Razija en la escuela Mjedenica en Sarajevo, dijo que los niños aguardan con impaciencia la llegada del miércoles, cuando tienen su turno en el centro de Carreau.

"Nuestra escuela no tiene un patio de recreos, y estos viajes dan a los chicos la posibilidad de jugar al aire libre", indicó. Estos picnics se convierten en un día de trabajo descansado, pero útil.

"Los pequeños logros tales como mantener el equilibrio en la montura y hacer que el caballo camine en la dirección deseada les dan una sensación de satisfacción. Les da confianza, están felices y ríen más que de costumbre", manifestó Izeta Palos, la foniatra de la escuela.

La sucursal de Bosnia del Club Internacional de Mujeres es uno de los donantes del centro.

"Nuestro grupo apoya muchos proyectos en Bosnia y esto nos pareció una idea noble", señaló Valerie Steward, un miembro del club que hace trabajo voluntario una vez por semana. "Mejora su autoestima, y con los caballos hacen cosas que en otras circunstancias no harían".

Los niños aceptan subir a los autobuses para volver a la ciudad, pero solo cuando les prometen que podrán regresar la semana siguiente. Al agitar los brazos para despedirse de los niños, Carreau dijo que nada le devolvería a su hijo, pero que sus proyectos eran una manera de afirmar que no murió en vano.

"El trabajo es arduo y algunos piensan que estoy loco", reconoció. "Pero cuando veo a los chicos cabalgar y divertirse y reír... Sí, esta es mi obra".