Amigas y amigos, bien conocen ustedes los aforismos “vamos despacio que tengo prisa” o “pian piano si va lontano”. La Presidencia de la República requiere de acelerados a fondo y de frenos muy sensibles para dar a la máquina del Estado el movimiento que requiere: no de vértigo, tampoco de estancamiento; no de apresuramiento, tampoco de inercia o pereza; encontrar el equilibro: ese será el mérito. Los asesores de un gobierno, aquellos que no aparecen en la pantalla pero que son el referente idóneo del mandatario para saber qué pasa en el país y qué es lo que se debe hacer en el día a día, en el medio y largo plazo, son piezas de enorme importancia. Reflexionemos sobre algunos puntos.

1. Si los ecuatorianos reclamamos y clamamos porque el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo Electoral sean organismos sin injerencia política, que no hayan sido elegidos por políticos y que sus integrantes no representen a partidos políticos, no debe existir ahora prisa ni atolondramiento para destituir a unos y elegir a otros cometiendo los mismos errores. Es indispensable dar paso a reformas legales que recojan las legítimas aspiraciones de nuestro pueblo, tanto aquellas de los forajidos manifiestos como también de los forajidos ocultos; ceder a presiones, volver por los mismos caminos, no es otra cosa que poner en peligro la paz de nuestra patria y otra vez retornar a las viejas causas que sabemos han producido efectos desastrosos. Si podemos estar unas semanas sin Corte Suprema, bien podemos también hacer de menos de los tribunales cuestionados.

2. Los resultados globales de la “revolución” que culminara con el derrocamiento de un Gobierno sin otra brújula que aquellas de la prepotencia, soberbia y carencia de metas de servicio a la comunidad, tienen que ser analizados con sensatez, con serenidad, sin prisas y  sin dilaciones. El fruto que acaba de caer, calificado como podrido, es un fruto que no llegó por propia iniciativa a Carondelet; los ecuatorianos lo pusimos allí como resultado de un proceso democrático. Bien vale entonces pensar: ¿qué méritos vimos en un Coronel golpista?; las promesas, los cantos de sirena, los arrebatos, el folclore, el dinero, la comida, el trago, las camisetas y pancartas no sirven para mantener en el Gobierno a quien no está dispuesto ni tiene la capacidad para armar un equipo que cumpla con los requerimientos de un Ecuador sufrido y traicionado.

3. El pelotón de los forajidos está obligado a procesar su entusiasmo y a ponderar su éxito, porque ellos lideraron el descontento y la insatisfacción; si pudieron liderar estos males ahora es importante que ellos puedan también liderar la solución de lo que se considera caduco, injusto, oprobioso, a sabiendas de que tenemos normas y leyes que no pueden ser dadas de baja sino a través de otras normas y leyes que tienen que ser trabajadas. Pensar que la anarquía es el camino para reconquistar libertades y vislumbrar un futuro, es regresar a las cavernas; no es progresar sino retroceder. Los forajidos tienen un arduo y exigente trabajo para trascender más allá de haber logrado la caída de un régimen, necesitamos el resurgimiento del país y de su democracia.