Cooptación, palabra muy usada en estos días, es, según el diccionario, “acción y efecto de cooptar”, y cooptar significa “llenar las vacantes que se producen en el seno de una corporación mediante el voto de los integrantes de ella”.

Es un sistema que se usa en muchas organizaciones, fundamentalmente, para tratar de asegurar que los nombramientos de sus miembros se producen sin ninguna influencia exterior ajena a los fines del organismo. Es la forma que consagra el artículo 202 de la Constitución Política de la República del Ecuador para nombrar a los ministros de la Corte Suprema de Justicia, con la exigencia de los votos favorables de las dos terceras partes de sus miembros para cada nombramiento.
De esta manera, se garantizaría que la Función Judicial conserve la independencia necesaria para cumplir su objetivo.

Corrupción, palabra igualmente repetida entre nosotros, es “acción y efecto de corromper”, y corromper es “alterar y trastrocar la forma de algo”.

De manera que, cuando se dice que cooptación es corrupción, no solo se está diciendo algo inexacto, sino que se está alterando y trastrocando la palabra y su significado, por lo tanto corrompiéndola y hacerlo, según el diccionario es corrupción, puesto que esto significa, como lo vimos en el párrafo anterior, “acción y efecto de corromper”.

Esta reflexión es necesaria, pues tendemos a pensar que la corrupción se relaciona únicamente con el dinero y que son corruptos los que lo roban o lo malversan, pero hay otras formas de corrupción que al entrar poco a poco en el entramado social van degradando la palabra, la confianza y la buena fe en las relaciones interpersonales.

Si todos los ciudadanos debemos trabajar por construir una sociedad libre de corrupción, basada en la confianza y en el respeto mutuo y en el cumplimiento de las normas que regulan la convivencia y hacerlo a partir de un comportamiento lo más transparente, veraz y honesto posible, la obligación es aún mayor para quienes gobiernan, sobre todo si reiteradamente manifiestan su intención de combatir la corrupción, pues esto supone un comportamiento sin tacha y un profundo respeto a los ciudadanos en todo, incluso en usar las palabras en su verdadero significado para no provocar confusiones, ni distorsiones, que favorezcan ciertas interpretaciones, y, fundamentalmente, porque, ¿cómo confiar en la palabra de alguien que nos dice que algo es lo que no es?