Una exposición de 50 libros, entre incunables y corales, está abierta en el Museo Fray Pedro Gocial, del Convento de San Francisco, como un homenaje a Quito.

La biblioteca del convento franciscano está considerada como una de las más antiguas e importantes de Latinoamérica, con ejemplares de un valor único por su época de impresión.

Se conoce como incunables a los libros impresos desde los comienzos de la imprenta hasta el año 1500, inclusive.  Los hay de dos clases: los xilográficos, obtenidos mediante la utilización de planchas de madera de una sola pieza; y los tipográficos, que utilizaban caracteres móviles.  Los incunables realizados con anterioridad a 1470 se llaman paleotipos y las primeras ediciones de los clásicos se denominan editio princeps.

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Los libros corales son de gran tamaño y se los utilizaba en el coro de las iglesias  para cantar, en común, la liturgia. Por eso se los colocaba en grandes atriles o facistoles. Están escritos en latín y con música gregoriana.

Sus hojas son de pergamino, con letra gótica manuscrita; son libros decorados y pintados a mano y encuadernados con tapa de madera o cáñamo.

En el Ecuador, las comunidades religiosas crearon las condiciones para producir materiales como el pergamino y el cuero, en pequeños talleres dedicados a la formación de artesanos para la escritura de estos textos, su elaboración y encuadernación.

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En los siglos XVII y XVIII, para la escritura se utilizó el cálamo, una pluma de madera de varios grosores; asimismo, se emplearon pinceles y plumillas metálicas.

La tinta se extrajo de pigmentos naturales, especialmente vegetales. Los colores se consiguieron con tierra y con la goma arábiga como elemento aglutinante.

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Entre los libros que se exhiben están los Sermones de fray Ambrosio Montesinos, hecho en la imprenta de Juan Cronbug, en Sevilla, España, en 1537. El  más antiguo  es el Explicit Summa Angelica de Casinus Acientie.