Ciencia y fe es el lema de la Universid ad Católica de Guayaquil y refleja la concordancia que debe haber en el conocimiento del mundo: la verdadera ciencia y el correcto enfoque religioso no tienen por qué oponerse, pues la ciencia, al descubrir el maravilloso orden de la naturaleza, descubre la creación y las dos intentan mejorar la calidad de vida de los seres humanos.

El conocimiento científico de los procesos fisiológicos de la herencia, del desarrollo, de las enfermedades infecciosas, ha llevado a la producción de vacunas, antibióticos, cirugía, prevención, que han aumentado la expectativa de vida, si bien el desarrollo industrial y el mal uso de los recursos naturales han puesto en peligro el futuro del planeta.

Hay elementos religiosos que siempre vieron con desconfianza a los científicos y su deseo de conocer lo más posible de los fenómenos naturales. El Papa expresó sus disculpas por los abusos de la Inquisición y es clásica la frase “y sin embargo se mueve”, de Galileo Galilei, cuando tuvo que declarar que el Sol giraba alrededor de la Tierra, que estaba fija (según una interpretación cientifista de la Biblia), para evitar el castigo como hereje.

Si en algún campo estas actitudes se mantienen es en el de la sexualidad. Si bien el Concilio Vaticano II superó la actitud de la Encíclica Casti Connubi que solo justificaba el acto sexual por la reproducción, y así en la Mater et Magíster y en el Concilio Vaticano II se incorpora como finalidad del acto la complacencia de los cónyuges, siempre la actitud fue de desconfianza y prevención.

Pincus descubrió que la mujer embarazada inhibe la producción de nuevos óvulos, por la presencia constante de progesterona. Él probó la “píldora anticonceptiva” en mujeres puertorriqueñas y dotó de una herramienta eficaz para el control de embarazos no deseados, por esta aplicación de un mecanismo natural.

En el momento actual hay un verdadero conflicto por el relanzamiento de la famosa “píldora del día siguiente” que existe desde hace muchos años: ya en la primera edición de mi libro Educación Sexual para Adolescentes, en 1989 le dediqué tres párrafos, en el capítulo de ‘Anticonceptivos’.

En ese tiempo, se utilizaba el Primodos como diagnóstico del embarazo y justamente, si estaba embarazada, no había presencia de sangre menstrual a los tres días de la inyección.

En caso de una relación sexual no planificada por violación o por accidente (estado de intoxicación alcohólica) la hormona provoca una maduración rápida del endometrio y su caída (falsa menstruación). Si hubiera habido unión del espermatozoide con el óvulo, cuando llega al útero, no encuentra mucosa en qué implantarse, evitando así un embarazo producido por accidente o violación. Solo hilando demasiado fino se puede interpretar esto como un abortivo y así vemos una vez más que quienes luchan contra el aborto, impiden una de las mejores prevenciones del aborto, cual es el impedir un embarazo no deseado, en circunstancias a veces muy dolorosas, que van a provocar que una joven enfrente una crisis a veces desgarradora para ella y también para el producto de esa unión. ¿Talvez a eso se refería el Señor cuando decía que los fariseos se tragaban la roca y escupían la arena?