Escritor, lingüista, folclorista, maestro de maestros, académico de la Lengua, periodista y (sobre todo) ecuatoriano y ciudadano universal, Justino Cornejo fue un creador e investigador extraordinario. Nació en Puebloviejo, provincia de Los Ríos, el 9 de agosto de 1904, y falleció en Guayaquil el 24 de julio de 1988.

Tuve la suerte de ser su discípulo en la Escuela de Periodismo adscrita a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guayaquil. De presenciar y compartir el fervor del maestro en la suscitación de vocaciones humanísticas.

Cada clase suya era como una iniciación y un desafío a los estudiantes de una cátedra a la que honraban profesores de la jerarquía de José Vicente Trujillo, Francisco Huerta Rendón y Abel Romeo Castillo, para mencionar, como prendas de excelencia, solo a tres.

Las numerosas obras publicadas por Cornejo ponen en evidencia la capacidad y la versatilidad que le caracterizaron. Doy a continuación una lista de las que pudieran ser las más importantes: Homenaje a Eloy Alfaro (1938), Pedagogía y Antipedagogía (1938), Hijos (1940), Comentarios a arcaísmos usados en América (1942), Microsofía (1952), Diccionarios del hampa guayaquileña (1957), Chigualito-Chigualó (1959), Lengua y folclore (1965).

El hombre físico falleció en 1988, pero sus profundos estudios y sus encantadoras páginas sobre el folclore ecuatoriano y americano, sobre las costumbres y culturas de Nuestramérica, tienen cada día mayor autoridad y superior importancia. Me parece que la mejor garantía de ello es que frente a la joven Fundación Justino Cornejo labora la abogada Marigloria Cornejo Cousín, hija del escritor. Ella ha impulsado la publicación de numerosos libros de Cornejo que estaban inéditos y que al salir a la luz han ilustrado a millares de lectores de todas las clases y niveles.

En esta línea de rescate y enriquecimiento de cultura popular serán presentadas en Guayaquil, el 29 del presente, en el Museo Municipal, las obras Los que tenemos de mandinga y Celda carcelaria.  La primera, según el editor de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Matriz: “...es un ensayo atrevido y fogoso como fue el temperamento del profesor Justino Cornejo, quien se propone recoger en el predio afroamericano a cuantos deben saber que no existe razón valedera que haga sonrojar de su ancestro a los negros ni a sus descendientes”.

Celda carcelaria es un testimonio escrito en 1953 sobre su permanencia en la antigua y lóbrega cárcel guayaquileña de la calle Julián Coronel, apresado por razones políticas en unión de la plana mayor del diario La Nación, clausurado por el Dr. José María Velasco Ibarra.

Este libro parece una novela por la agilidad y la pasión de cada uno de sus interesantes capítulos. Pero es, fundamentalmente, una denuncia sobre nuestro miserable y cruel sistema carcelario. Lamentablemente, aún están vigentes las palabras del ilustre lingüista: “...en la prisión, quien no se convierte en victimario, pronto sucumbe como víctima”.