Recientes investigaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que a comienzos del presente siglo mil cien millones de personas en el mundo no tienen acceso al agua potable. En algunas regiones del planeta no hay apropiado acceso a ningún tipo de agua y, sobre todo en el verano, los niños menores de 5 años mueren de sed, mueren deshidratados.
La carga económica mundial de atender a pacientes por uso de agua no potable es de 4,5%, es decir de miles de millones de dólares por año, a pesar de lo cual 2,2 millones de niños mueren a causa de enfermedades vinculadas con el agua insegura.
Se calcula que la mortalidad infantil disminuiría en 40% si se mejora la calidad del agua.
En la América Latina y en el Caribe, 130 millones de gentes no tienen acceso al agua potable. En el Ecuador el acceso al agua verdaderamente potable es muy bajo y está restringida a algunas ciudades.
En muchos cantones y parroquias el agua es simplemente, entubada. En muchas zonas rurales e indígenas no hay servicio de agua segura y menos todavía de sistemas de eliminación de excretas.
La consecuencia es que las dos principales causas de mortalidad de muchos niños de hasta 5 años son: las enfermedades respiratorias agudas y las diarreas.
La cobertura en saneamiento básico y aguas seguras era tan bajo en el país que, con buen criterio, hace aproximadamente 40 años se creó el Instituto Ecuatoriano de Obras Sanitarias (IEOS), encargado específicamente del diseño de programas de saneamiento y dotación de agua potable o segura. El IEOS, aunque no siempre dispuso de recursos apropiados, realizó un trabajo altamente meritorio. Cuando se creó el Ministerio de Salud, como era lógico, el IEOS se integró a dicho Ministerio y sus labores se efectuaron de acuerdo a los programas de salud. Hace pocos años en forma inconsulta el IEOS, de hecho, desapareció en medio de la burocracia del Ministerio de Vivienda.
Las obras de agua potable y saneamiento se han interrumpido y será difícil cumplir con las metas de las Naciones Unidas, que prevé bajar la mortalidad infantil en el 66%, y al 50% el déficit en acceso a agua segura.