Más que un artículo, el ejercicio de este viernes es un enorme interrogante que espero alguien me pueda contestar y explicar: ¿a dónde va a parar el gran caudal de recursos que percibe anualmente el fisco?
Mi preocupación es muy sencilla y ligada al quehacer diario: por donde se mire, los gobiernos (nacional y muchos locales) dicen no tener recursos para atender las necesidades más fundamentales que supuestamente están llamados a cubrir.
El Contrato Social por la Educación está planificando acciones concretas y efectivas para ayudar a la reconstrucción, o por lo menos saneamiento básico, de cientos de escuelas en la Costa que han abierto clases en condiciones similares a las de un tugurio. ¿No hay plata para algo tan fundamental? Y en los centros de salud no hay los insumos fundamentales para ejercer una medicina decente y básica.
En la ciudad de Quito hay una urgente necesidad de rehacer el sistema de semáforos, pero no alcanza el dinero (a propósito, ¿a quién ha sancionado en los últimos años la Contraloría por el malgasto del dinero en los semáforos supuestamente “inteligentes” y en los millones que volaron para un nuevo e inútil sistema de numeración de las casas?). Pero tampoco hubo recursos durante tres o cuatro años para rehacer una de las principales salidas de la ciudad, clausurada por un derrumbe.
Mientras tanto, uno de los principales juzgados del país (que además, en su actividad genera recursos importantes al fisco) dispone apenas de computadoras de la generación anterior a la anterior, es decir obsoletas. ¿Acaso no es una prioridad nacional un sistema de justicia ágil y eficiente?… Pero no hay dinero.
Y la Fuerza Aérea tiene parada una parte de su flota por falta de repuestos. ¿La seguridad en las fronteras no es clave?
Mi hija menor me explicaba que el dinero sirve para pagar sueldos. Tiene razón, pero para eso tampoco alcanza a explicar mis dudas, puesto que los salarios son en general más bien bajos y los pagos rara vez puntuales.
Alguien quizás quiera poner el dedo en la llaga, planteando que somos malos pagadores de impuestos y que mi premisa inicial es tal vez errada: el Estado no recibe mucho dinero. Eso no es cierto: los aportes de impuestos, tasas y petróleo que hacemos los ecuatorianos son del orden de los 6.700 millones de dólares. Caramba, bajo cualquier estándar esto es mucho, mucho dinero. Claro, hay el tema de la deuda, importante sin duda, pero no debemos olvidar que el capital se paga anualmente con nuevos préstamos y que de nuestro bolsillo “solo” salen los intereses que son menos de 1.000 millones de dólares (15% del gasto total).
La corrupción es otro factor que no se puede descartar: los 2.000 millones de los que se habla son excesivos e irreales, pero si fueran 500 o 600 millones al año, ya no es despreciable. Y de esa manera vamos sumando una posible explicación.
No alcanzo a entender, quizás la explicación más cierta sea la del viejo refrán “quien mucho abarca, poco aprieta”. Quizás.