El chocho es un grano leguminoso que se produce en la Sierra y que fue importante alimento entre nuestros aborígenes desde, hace aproximadamente dos mil años.

El nombre parece que es una castellanización de chuchu que en quichua significa pezón y pecho materno. El chocho desamargado, cocinado y aplastado se convierte en un líquido blanco un tanto parecido a la leche materna que los nativos utilizaron al igual que la quinua para alimentar a los niños pequeños. En el Perú y Bolivia tiene otros nombres, el más común es tarwi.

En América no hubo ni vacas ni cabras antes de la conquista española y no hubo, por consiguiente, leche animal para alimentar a los infantes de 5 a 6 meses de edad en adelante, época en la cual la leche materna ya no es suficiente y hay que complementar la alimentación natural. La quinua y el chocho jugaron un importante papel como alimentos complementarios con la feliz circunstancia de sus componentes nutritivos.

Según los análisis químicos, el chocho contiene entre el 41 y 52% de proteínas. Es el grano más rico en este micronutriente. La soya, que ha alcanzado fama mundial y se ha convertido en uno de los seis alimentos de mayor consumo, contiene solo alrededor de 36%. Otros granos leguminosos como el fréjol, la lenteja, la arveja contienen entre el 18 y el 25%, mientras los cereales como el trigo, la avena, el maíz, alcanzan apenas 8 a 13%.

Por el contenido en proteínas del chocho puede considerarse como la carne y la leche vegetal. En cuanto a grasas o lípidos el maní es el más rico con el 45%, la leche de soya con 18 a 20% y luego el chocho con 16%.

La alimentación de nuestras clases empobrecidas es mayormente deficitaria en proteínas porque solo ocasionalmente tienen acceso a carne, leche o huevos que son buenas fuentes de este macronutriente.

El chocho aunque rico en proteínas tiene la desventaja de que sus proteínas son más incompletas que las de la carne y por lo tanto, tiene menor valor nutritivo, pero basta añadir con un tercio o menos, de un cereal como el maíz, arroz o el trigo para que se complementen nutritivamente las respectivas proteínas y el valor nutritivo suba aproximadamente al 80%, como la carne.

El chocho tiene otra desventaja: contiene varios alcaloides que le dan un sabor amargo, pero se elimina fácilmente al dejarle en agua corriente, desde luego en mercados y supermercados se lo vende listo para el consumo.

Nuestros aborígenes comían y aún siguen con esta costumbre, chochos con maíz tostado o mote con lo cual obtienen el mayor beneficio nutritivo.

El chocho debería estar entre los alimentos de primera línea, en especial entre quienes no pueden comer carnes. Debería ocupar un lugar prioritario en las investigaciones para desarrollar variedades “dulces” y como artículo de exportación. Necesitamos diversificar las exportaciones y si ya hemos comenzado a exportar quinua, ¿cómo no va a ser posible exportar esta leguminosa?