Continuando con nuestras pláticas sobre la era del oscurantismo, existía en ese entonces una costumbre muy común que se desarrolló de la mano del sistema económico feudal. Esta práctica era el derecho a la prima nocta, o la primera noche. Consistía en que el señor feudal, dueño no solo de un inmenso territorio, sino de cualquier cosa animada o inanimada que estuviera sobre él, tenía y podía reclamar a su antojo el derecho a pasar la primera noche con cualquier virgen que contrajera nupcias con quien viviera en su propiedad, y que por ende, le perteneciera. Esa y muchas costumbres feudales desaparecieron de Europa hace muchos siglos, pero en Ecuador, y sobre todo entre terratenientes de algunos lares de las montañas, se mantuvo hasta bien entrado el siglo pasado. Gracias a Dios, en estos días son prácticas superadas en el ámbito empresarial, mas no en el político. El derecho a la prima nocta se mantiene. Los mismos señores feudales de siempre, de gran poder económico y político, como denunciara la conductora de un noticiario hace pocos días, han tratado de ejercer su derecho adquirido a la prima nocta, incluso antes de que el matrimonio se lleve a cabo.
El gobierno electo no ha tomado posesión aún y se evidencia ya a los grupos que desde siempre han medrado de las instituciones públicas, asechando, ejerciendo su derecho adquirido. Sería inconcebible que la promesa de cero tolerancia se convierta en un poquito de tolerancia antes incluso de comenzar el mandato. ¿Se ejerció el derecho de la prima nocta o solo hubo un intento?
Esto se da en un ámbito que puede no ser obvio, pero que a mi juicio es claro. Estamos en una transición generacional, que como toda transición tiene sus riesgos. En lo político, sería repetitivo destacar el significado de la última votación para las viejas estructuras y para la antigua raza política frente a la nueva, aunque esta no esté bien definida aún. En lo empresarial, durante los últimos años hemos perdido, sobre todo en Guayaquil, a los más insignes y preclaros hombres de empresa, motores de esta ciudad y del país, entre ellos Noboa, Orrantia, Laniado, Pérez, Wong y otros.
Estas generaciones de empresarios dejan un vacío por su enorme contribución y creación. Es una generación que está yéndose. En lo político, la vieja raza casi no deja ningún legado de valor, solo unos cuantos despojos.
Este nuevo gobierno enfrenta un reto histórico quizá mucho mayor que lo que él mismo puede presentir. Entra en un período de crítica transición generacional en todo sentido, hereda un país destrozado económicamente debido al irresponsable manejo de muchos años, un país dividido entre sí, con los mayores problemas estructurales del continente. Debe saber que será juzgado muy duramente, pues mucho se espera de él.
Ojalá no deje que los señores feudales ejerzan la prima nocta sobre la población. No estamos para segundas oportunidades. Esperaríamos que la promesa electoral de cero tolerancia se haga realidad con denuncias.