Un amigo se acercó a mi escritorio, y al verme enfrascado en la lectura de un grueso volumen que llevaba por título Tercer Censo Nacional Agropecuario, me dijo sonriendo: “¿Qué tiene que ver ese infolio con las elecciones en ciernes? Es hora de ocuparse del censo de los posibles votantes y candidatos, y no de las plantas y animales que tenemos en el país”.

Pero de los padrones electorales se vienen ocupando miles de personas, mientras que muy contados somos los que, al recibir las 200 y tantas páginas del referido estudio, hemos comenzado a explorar la rica cantera de datos, con el ambicioso propósito de poder saber, grosso modo, cuán pobres y cuán ricos somos.

Por lo pronto, salí de una curiosidad, a saber, en qué ubicación étnica se sitúan las personas encuestadas, encontrando que en el formulario que deben contestar figuran las siguientes categorías: (datos adicionales de la persona productora) 1, indígena; 2, negro; 3, mestizo; 4, blanco; 5, otro. Hay que entender que aquí la palabra indígena tiene la aceptación de indio, que acaso hubiera sido más exacta.

En la nomenclatura del Censo, a la persona encuestada se la denomina: “persona productora”. Y el censo trata de ser una imagen del país, en lo agrícola y pecuario, comprendida entre el 1 de octubre de 1999 y el 30 de septiembre de 2000. Se incluye un disco de larga duración que describe de viva voz algunos datos esenciales que contiene el trabajo.
Se tiene la impresión de que contamos, al fin, con un banco que ha atesorado la mayor información confiable referente al patrimonio agropecuario del país. Cualquier plan económico o social, ya sea en escala nacional, o en más reducidas proporciones, tiene una fuente de consulta que va a permitirle operar sobre bases sólidas, en vez de obrar por pálpitos o por intuiciones emotivas. Puede servir también como instrumento realista capaz de combatir los planes demagógicos.

Lo del disco me parece una novedad: el censo nos entra por los oídos y no por la lectura. Podemos intercalar un poquito de música entre pausa y pausa. La música pudiera estar de acuerdo con las distinciones étnicas que hace el cuestionario: música india, música negra, música mestiza, música blanca y música en una dimensión desconocida.

En la última página del estudio nos encontramos con un impresionante mapa a colores, provincia por provincia, de lo que nos queda como superficie definitiva. Por si lo olvidemos, a un costado, en ínfima escala, se encuentra el Ecuador, situado entre los dos grandes: viene a ser como una nuez en las fauces de un cascanueces. El Censo Agropecuario nos da una idea de lo que tenemos, y de lo que podemos hacer con ese patrimonio, que no es tan rico como nos venía diciendo una tradición de falsa gloria. Hay que hacer un trabajo duro, pero, como ocurriera cuando se abrió la caja de Pandora, en el fondo, ha quedado aposentada la esperanza.