Para entendernos mejor, los ecuatorianos contamos con un conjunto respetable de investigaciones. Pero poco difundidas. Las principales se refieren a la contextura étnica de la que provenimos.
Autores que engrandecieron esa luz de investigación hacia la verdad, numerosos. Los más acertados: Fernando Jurado, Justino Cornejo, Víctor González, Abelardo Moncayo y Telia Estupiñán.
En estos instantes de mayor exigencia, para saber de orígenes y proyecciones sociales, ayuda una síntesis de alto poder estimulante. Trata de La masonería y la esclavitud en el Ecuador.
Más allá del dato informativo en cuanto a masones entregando todo por la libertad de los opresos, sus páginas enseñan los orígenes y alcances del valor moral que perfecciona al hombre. Y lo empuja decidido a luchar por el saber y la libertad. Los descendientes de negros aquí destacan.
No olvidemos esta clase de magisterio impreso. Es nuestro, por lo tanto, nacional. Es constructivo su pensamiento. Orientador en esta época cuando más se debilita el conocimiento nacional por la invasión de ideas, novelerías y publicaciones de impacto momentáneo.
Vacías para la urgente necesidad de un país que se desintegra y necesita saber de dónde proviene, hacia dónde debe dirigirse, qué le debe a la corriente étnica negra, a la vertiente indígena o a la tremenda mezcla de quienes a la ligera se llamaron y fueron llamados “blancos”... sin serlo.
Esto y mucho más de intrigante ha determinado en Jaime Véliz Litardo escribir, sintetizar, aleccionar. Y con el respaldo editorial de la Espol, entregar estas 129 páginas.
Si bien el masón José María Urbina, con la influencia de Francisco X. Aguirre Abad, abolió la esclavitud en el Ecuador, antes el Guayaquil independiente en victoria lograda por maestros masones, estableció la libertad de todos los hijos de esclavos que nacieren en la provincia libre de Guayaquil. Era casi todo el Litoral. Y la primera República de nuestro suelo.
Masones fueron Olmedo, Ximena, Roca. Tal como Mejía Lequerica. Con Olmedo, en Cádiz, se revelaron precursores de la defensa del indio. Sentaron las bases de las ideas nacionalistas, anticolonialistas, hoy merecedoras de respeto mundial.
Bolívar como otros nobles de corazón, dio su apellido a sus esclavos, lo que acá negaban los dominadores en el valle del Chota. Por eso, en importantes futbolistas están resonancias del mundo africano o su toponimia: Carabalí, Anangonó, Chalá, Minda...
Bolívar impuso su orden de dar libertad a los esclavos. Les dio su apellido. Nunca ocultó que fue negra su tatarabuela Josefa.
La ilustración que Véliz Litardo pone al servicio de la verdad emplea rutilantes páginas para conocer a héroes y guías del país con ancestro africano. Son numerosos y de valor.
En cuanto a masones, Rafael Morán Valverde lo fue. Igualmente, Villamil, Alfaro, Peralta.
El sustento investigativo citado se debe a Jurado Noboa.
Ancestros negros están en Espejo, Montalvo, los Gangotena Jijón, Plaza Lasso, Alfaro, Tamayo, Estrada, Gómez Rendón, Borrero.