Acudió al llamado del Padre Celestial hace exactamente un mes. A sus lúcidos ochenta y cuatro años, ponderaba los equipos de calidad en el pabellón Sotomayor del hospital Luis Vernaza, así como la atención de sus colegas médicos y la calidad humana de los paramédicos. Claro, se sentía “como en casa” luego de haber hecho su internado y trabajar por años en esa casa de salud.