Degustarlo es una experiencia para todos los sentidos. Un color oscuro y brillante, un sonido seco y fuerte al romperse, lo que prueba su pureza; un aroma que envuelve, un sabor suave, como el vino de los más viejos, que se queda en el paladar con ganas de probar más. Algo difícil de complacer cuando se trata de To’ak, el chocolate considerado por revistas como Forbes y Fortune como el más caro del mundo y que tiene su origen en suelo ecuatoriano.