La idea de un programador informático ruso, enfermo terminal, aquejado de atrofia muscular espinal, de someterse a una operación en la que su cabeza sería trasplantada a un cuerpo sano uniéndola por la espina dorsal, suena descabellada. Pero no es así para el cirujano italiano que asegura que podría trasplantar una cabeza de un cuerpo a otro.