El viaje del papa a Asia, que comenzó el pasado 15 de enero con una visita de dos días a Sri Lanka, estuvo lleno de improvisaciones, como la visita sorpresa del pontífice a un templo budista y su rápido regreso desde Tacloban debido a la tormenta tropical que amenazaba la zona. Además, una niña también cambió su discurso.

Glyzelle Palomar, filipina de 12 años que vivía en la calle, le dijo entre lágrimas: “Hay muchos niños abandonados por sus propios padres, muchos víctimas de cosas terribles como las drogas o la prostitución. ¿Por qué Dios permite estas cosas, aunque no es culpa de los niños? y ¿por qué tan poca gente nos viene a ayudar?”.

Francisco, visiblemente conmovido, respondió consolando y abrazando a Palomar: “Ella ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta...”. Lo dijo en el encuentro que mantuvo con jóvenes en la Universidad de Santo Tomás antes de oficiar una misa multitudinaria. Él instó a los cerca de 30.000 fieles a “no tener miedo a llorar”.

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Vea la participación de la niña Glyzelle Palomar y su encuentro con el papa Francisco (a partir del minuto 5)

“Existe una compasión mundana que no nos sirve para nada. Vos (refiriéndose a la niña) hablaste algo de eso. Una compasión que a lo más nos hace poner la mano en el bolsillo y dar una moneda. Si Cristo hubiera tenido esa compasión, hubiera pasado y curado tres o cuatro, y luego hubiera vuelto al Padre. Solo cuando lloró y fue capaz de llorar, entendió nuestro drama”, resaltó el papa en declaraciones recogidas por Aciprensa.

El Papa dijo también: “queridos chicos y chicas, al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados. Lloran aquellos que son dejados de lado. Lloran los despreciados. Llevamos una vida más o menos sin necesidades y no sabemos llorar”.

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“¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado, un niño abusado? ¿O mi llanto es el llanto caprichoso porque me gustaría tener algo más? Y esto es lo primero que quisiera decirles. Aprendamos a llorar, como ella (Glyzelle) nos enseñó hoy. No olvidemos este testimonio. La gran pregunta por qué sufren los niños, la hizo llorando, y la respuesta que podemos dar nosotros es aprender a llorar”, añadió.

“Si vos no aprendés a llorar no sos un buen cristiano”, aseguró Francisco.

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“Este es un desafío. Jun Chura y su compañera que habló hoy nos han planteado este desafío, y cuando nos hagan la pregunta por qué sufren los niños o por qué sucede esto otro trágico en la vida, que nuestra respuesta sea o el silencio o la palabra que nace de las lágrimas”.

“Sean valientes, no tengan miedo a llorar”, exhortó. (I)