Seis meses fue todo lo que duró en un trabajo de oficina. “¡Era como tener a un mono encerrado en cuarto! No podía... y me boté”. Esa fue la primera, y única, incursión de Ricardo Velástegui en un empleo alejado de la actuación. También quiso ser marino, pues se sentía atraído por el régimen y la disciplina militar, pero una vez más se dio cuenta de que no era lo que quería.