Periodista de oficio y psicólogo clínico de profesión, Pedro Artieda, también escritor, se adentra en su nueva novela, titulada Bajo el hábito, en una literatura poco conocida en nuestro país: una narrativa en la que el personaje central es un transexual que vive en Quito.

¿Qué lo impulsó a escribir Bajo el hábito?
Yo investigo sobre la narrativa GLBT en Ecuador. Tengo un ensayo de hace diez años, luego publiqué pequeños ensayos académicos sobre narrativa homosexual y trans, y lo poco que ha ido surgiendo y escribiéndose. Para mí es como una línea de investigación en la literatura ecuatoriana.

¿Se inclina como autor por un determinado género?
Como escritor no es que haya sido mi pasión crear una historia gay, trans o lésbica. A mí me interesa la literatura en general, pero ahora me estoy dando cuenta de que mi escritura está más por lo gótico, lo oscuro, lo marginal. Conscientemente no es que uno dice voy a escribir sobre tal cosa, uno solo escribe y luego viene el análisis académico.

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¿Por qué el interés de resaltar la marginalidad trans?
Porque no hemos evolucionado en el derecho de respetar a ser diferente.

La novela topa los placeres bajo el hábito, ¿es como un reproche a la Iglesia?
Sí, por supuesto. Existe un reproche constante. Hay una irreverencia con el lenguaje también.

¿Cuánto tiempo demandó la escritura del libro?
Dos años. Me metí en las iglesias, en la historia. Para describir un cuadro tomé notas de eso, incluso cuando narro 276 pasos en la calle del algodón –dentro de la novela– es porque conté mis pasos; los que podía dar mi personaje. Una persona con tacos, mayor. Me caminé la calle varias veces.

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¿Por qué se escribió la novela con una estructura diferente, con subtítulos?
A mí me pasó con un libro anterior. No es una manera consciente de escribir un texto. No tengo una estructura previa para escribir una novela o libro; yo me siento y empiezo a escribir y casi al final me doy cuenta de las fragmentaciones. Hay una suerte de experimentación si cabe el término.