WILSON CAMACHO

Con un homenaje a su madre, Lola Flores, terminó el concierto de sus hijas Rosario y Lolita realizado en Quito, la noche del sábado. La interpretación de A tu pena, penita, pena, en la que se proyectaron imágenes de la Faraona y se escuchó su voz, fue el desenlace de un concierto plagado de alegría, en el que las dos artistas españolas contagiaron con su entusiasmo, carisma y buen humor al público quiteño.

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“Muchas gracias por su acogida”, “nos veremos pronto”, fueron las palabras que repetían Rosario y Lolita al dejar el escenario que durante dos horas fue el espacio donde proyectaron su calidad artística, sus bailes sensuales, en los que sobresalieron los pasos de flamenco. Su talento no solo fue heredado de su madre, sino de su padre: Antonio González, el Pescaílla, cantante, guitarrista y compositor español de flamenco y rumba.

Antes cantaron a dúo Esta tarde vi llover y El meneíto, que hizo levantar a la gente de sus butacas.

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La primera en actuar fue Lolita, de 54 años. Amor, amor fue su primera canción, la que de inmediato atrapó a los asistentes. Uno de ellos le gritó que esperó 33 años para conocerla y ella no dudó en estrechar su mano.

Con una voz afectada por una ligera ronquera, que según la cantante fue provocada por el aire condicionado, el repertorio continuó con canciones clásicas como No renunciaré, Estúpido, Qué será de mí, entre otras. No se guardó nada a la hora del baile. Los movimientos y la intensidad de los pasos evidenciaron que pese a los años, Lolita sigue siendo Lolita.

Además interpretó Mediterráneo, original de Joan Manuel Serrat, de quien dijo siempre estuvo enamorada y nunca fue correspondida, lo que generó risas en la gente que no llenó el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura.

Entre canción y canción recordó a su padre y a sus hijas, y advirtió la felicidad que sentía porque sus canciones siguieran en la memoria del público y que esto sea transmitido de generación en generación.

Luego de 50 minutos de actuación de su hermana mayor, Rosario, de 50 años, entró al escenario. Con un pantalón corto y pese a los problemas de sonido, la hija menor de la Faraona interpretó sus éxitos. Sabor, sabor, Estoy aquí, Cómo quieres que te quiera, fueron los más reconocidos por el público.

Rosario, quien estuvo hace un año en Quito, destacó la influencia en su carrera de su hermano, Antonio, fallecido en 1995 y que fue el compositor de sus primeras canciones. Y reafirmó que desde que fue niña siempre deseó convertirse en artista.

No dudaría fue su última interpretación en solitario, antes de que juntara su voz a la de su hermana Lolita. Al final, ambas resaltaron la dificultad que tienen para poder trabajar juntas por sus distintas actividades, pero ofrecieron regresar.

Antes estuvieron de gira en Colombia.

Datos

El guitarrista ecuatoriano Esteban Sánchez fue el encargado de abrir el concierto de Lolita y Rosario Flores en Quito.