Vista del centro histórico de la ciudad de Quito, muy concurrido por traseúntes, comerciantes, turistas, políticos, donde se encuentra la tradicional plaza de la Independencia o plaza Grande y se observa la sede del Gobierno nacional, el palacio de Carondelet.


Luego del recogimiento espiritual de Semana Santa, en que la población creyente oró por el país, espera de sus gobernantes y funcionarios deponer conflictos y trabajar unidos por la paz. (O)


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Josefa Romo G.

Ahora, la resurrección de Cristo nos alienta a los cristianos. Sabemos que si Cristo resucitó, y así fue, también nosotros resucitaremos. Una cosa no hemos de olvidar: nuestra resurrección será gloriosa si en nuestra vida mortal hemos amado a Dios y al prójimo; o si, arrepentidos, nos hemos acogido a la Divina Misericordia, aunque sea en el último instante de nuestra vida terrena.

Dicen las Sagradas Escrituras: “Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Pero, ¡cuidado!, no seamos presuntuosos sino prudentes, se dice que “según es la vida, así la muerte”. (O)

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José Ortoneda

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Sin lugar a dudas que la ciudadanía de nuestro país sueña con vivir en paz y que exista la tranquilidad para poder desenvolverse con seguridad en todos los sentidos: para salir a estudiar, a trabajar, a recrearse, etc.

Los gobernantes y funcionarios públicos deben dejar de lado sus conflictos de poderes entre ellos y formar un solo puño para luchar contra la inseguridad y la impunidad que tienen al Ecuador en mal precedente frente al mundo. Es hora de tener compasión del pueblo ecuatoriano y ser firmes con delincuentes que entran a una cárcel mal llamada “centro de rehabilitación”, y en poco tiempo, valiéndose de argucias que las leyes permiten, salen sin cumplir las condenas impuestas, sin devolver lo robado. Hay que cambiar esas leyes obsoletas, cambiar a esos jueces corruptos, depurar todo lo podrido en las instituciones del Estado, para que el pueblo trabaje y pueda producir. No es conveniente que se autorice armar a la ciudadanía para defenderse, solo lo hará quienes tienen dinero. Es hora de que se reajusten los fantásticos sueldos de tantos asambleístas y sus sinnúmero de asesores y asesores de asesores. (O)


Darío Caballero

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La ambición por el dinero y poder, la ignorancia (no conocen las leyes), el revanchismo, odio, la venganza...; revelan qué son ellos, que nada quieren al país, no les importa el pueblo.

Destruyen al país, ponen leyes corruptas, solapan a delincuentes, se enriquecen con dineros del pueblo, mienten, pactan entre ellos. El crimen organizado maneja el país. Estas gentes recibirán la justicia dura de Dios, el día que pasen al más allá, porque aquí nunca van a arrepentirse, a dar la vida por la paz y justicia. (O)