La capacidad de diálogo es una muestra de liderazgo. El gobierno de Daniel Noboa encontró un país polarizado que tiene que buscar consensos mínimos aún en este segundo periodo.
Hacia el exterior el mandatario ha abierto canales de encuentro en procura de cooperación e inversiones. El 27 de junio tiene previsto reunirse con el presidente chino, Xi Jinping, en una gira que incluye a España. Previamente estuvo en Europa.
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Es propio que se manejen diálogos con socios comerciales en los que además se canalizan convenios de seguridad con distintos países, considerando que son los dos mayores problemas de los ecuatorianos.
Replicar hacia adentro ese talante aportará a la convivencia social, evitando el deterioro de la democracia con la profundización de la polarización.
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La ministra de Energía y Minas, Inés Manzano, negó esta semana la posibilidad de diálogo sobre la tasa de supervisión y control que pide la Cámara de Minería del Ecuador con la solicitud de suspender temporalmente la aplicación de la medida.
“Yo no estoy ni para negociar ni para dilatar un proceso”, precisó el lunes tras ratificar que la tasa está en firme.
La respuesta de la gobernadora de Guayas, Zaida Rovira, tuvo un tono más drástico el 10 de junio pasado a una invitación del alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, para tratar asuntos de seguridad. “Aquiles, no me reuniré contigo porque yo no tengo tiempo para tardes de té; yo estoy en las calles haciendo lo que él tenía que haber hecho eso hace tiempo”, dijo.
Escuchar no es sinónimo de debilidad ni se traduce en aceptación de las demandas, pero sí es una muestra de liderazgo y de interés por solucionar las crisis por encima de diferencias ideológicas o personales. Hay ejemplos históricos que evidencian madurez e interés de servicio. El propio Nelson Mandela buscó el diálogo con sus opresores para evitar una guerra civil en Sudáfrica. En la actualidad los líderes y sus equipos deben obligarse a buscar puntos de encuentro, consensos y argumentar sus decisiones más que imponer. (O)