Ecuador logró superar este año el tráfico aéreo que se tenía antes de pandemia (2019). Una buena noticia considerando que la conectividad aérea es facilitadora de comercio e ingreso de turistas.
A través del aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil, entre enero y agosto, ingresaron al país 415.521 pasajeros nacionales y por el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito entraron del extranjero 379.679 pasajeros nacionales.
La terminal aérea de la capital es la que más pasajeros movilizó durante el 2022 (en vuelos nacionales e internacionales), con un incremento de un 84,3 % más que en 2021. Le sigue Guayaquil con un aumento del 65,2 %.
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Las cifras evidencian el potencial en materia aérea, la que debe mantenerse en el radar de las autoridades como un puntal económico, inclusive en el momento de la elaboración de proyectos y estrategias del sector turístico. El mercado de la aviación sin duda debe crecer para fortalecer también las posibilidades comerciales.
La Asociación de Transporte Aéreo Internacional ha destacado decisiones de Ecuador como la eliminación del impuesto de salida de divisas para las líneas aéreas, la reducción de las tasas potencia turística y eco delta como un paso para potenciar la conectividad aérea para pasajeros y carga. No obstante, en junio pasado expuso la necesidad de otras medidas de estímulo.
Planteó explorar con Gobiernos autónomos descentralizados la revisión de costos aeroportuarios; revisar con la Dirección de Aviación Civil las tasas de sobrevuelo a Ecuador; propuso el crecimiento de conectividad doméstica y resaltó que tras el compromiso de reducir a cero las emisiones del transporte aéreo para el 2050, Ecuador podría “desarrollar y suministrar combustibles de aviación sostenibles (SAF)”.
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Han pasado tres meses desde que se hicieron estas demandas. Es oportuno revisar su avance y el de toda política regulatoria que permita mejorar la economía del país sin afectar su hábitat y su soberanía. (O)