El mes pasado en las páginas de este Diario se registraba que Luis Mariño, un fotógrafo ecuatoriano diagnosticado con cáncer, puso en venta su instrumento de trabajo para poder realizarse unos exámenes médicos.
El 1 de agosto, en la red social Twitter, Andrea Garcés compartió gráficas de su padre fallecido en el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) de Sangolquí, Pichincha. En post aseguraba que se lo mantuvo en una silla de emergencia, mientras se atendía a otros pacientes y llegaba la carroza.
El 30 de julio murió César Augusto Sosa, periodista que en una columna de El Comercio relató, días atrás, que debió comprar insumos y fármacos que requirió en el hospital Carlos Andrade Marín, del IESS.
Publicidad
El 2 de agosto el IESS pidió disculpas a afiliados y jubilados por los “malos ratos” que pasaron en los exteriores del Hospital IESS Quito Sur, donde el lunes se formaron largas filas para agendar una cita médica.
El diccionario define como disculpa a la razón que se da para justificar un error. Lo idóneo es que la excusa implique la firme intención de rectificar.
En el caso de las columnas en el IESS la aspiración es que los afiliados sean atendidos con la dignidad que reclamaba Luis Mariño cuando anunció la venta de su cámara, porque en un hospital público no se le hacía exámenes que necesitaba antes de una cirugía. ¿Podrá la familia de este padre disculpar el trato que le da el Estado? Andrea Garcés o los familiares de Augusto Sosa podrán borrar de sus mentes el trato dado a sus parientes, más allá de que en sus casos nadie se ha disculpado.
Publicidad
El precandidato a la Prefectura del Guayas Héctor Vanegas, en cambio, ofreció disculpas a las mujeres después de afirmar en un mitin que “las hembras” no “sacan pañuelos” para saludarlo sino el “calzón”. Dijo que ocurrió por su inexperiencia y que no volverá a pasar.
Funcionarios y políticos deben entender que disculpas sin rectificación no funcionan. Y los ciudadanos deben encontrar en las leyes el canal para exigir sus derechos y sanciones para quienes los violentan. (O)