Como cada 26 de septiembre, miles de alumnos de centros educativos del país realizaron su juramento a la bandera nacional. Un acto cívico en el que se comprometen públicamente a honrar a la patria. Además, se proclama a los abanderados, portaestandartes y escoltas, distinciones que se otorgan a los estudiantes con los mejores promedios académicos.

Estudiantes de bachillerato de 1.368 planteles educativos fiscales, fiscomisionales y particulares de Guayaquil realizaron el juramento de honor en el día (desde 1955) de este símbolo patrio.

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En una sociedad con dificultades y que vive actualmente momentos de crispación social es propicio resaltar esta actividad, recordando la necesidad apremiante de pensar en lo mejor para el país, que tiene el imperativo urgente de lograr acuerdos comunes, puesto que no se puede ir de enfrentamiento en enfrentamiento entre grupos de la sociedad civil, organizaciones políticas y los distintos niveles de gobierno del Estado ecuatoriano. Para ello, hay que analizar el momento que se vive y conversar sobre las necesidades existentes, basados en datos y lógica especialmente, para tomar decisiones correctas, realistas y acertadas.

Frente a la polarización, la bandera es uno de los símbolos que recuerdan que somos un solo país y que no se debe perder la esperanza de que en algún momento se puedan alcanzar consensos que sirvan para establecer un desarrollo económico y humano sostenible, al que aporte constantemente cada ciudadano en su día a día. Tomando en cuenta que el tener civismo no se refiere solo a conocer los símbolos patrios, sino también las instituciones del Estado y las leyes de la República para respetarlas y hacerlas respetar de quienes lideran en los diferentes ámbitos de la vida nacional. De igual manera, ser copartícipes del desarrollo cultural, educativo, técnico y material de las comunidades en las que se vive, sin discriminar y tratando de entender a las otras con las que se comparte este mismo territorio. El Ecuador lo requiere. (O)