Las cárceles del Ecuador siguen siendo epicentro de una crisis de violencia que no cesa. Este domingo 9 de noviembre fueron asesinados cuatro privados de libertad y otros 34 resultaron heridos en El Oro, otra evidencia de que el control de las prisiones es esquivo, aunque rige un conflicto armado interno que permitió el ingreso de las Fuerzas Armadas a estos centros.
En la última década se viene repitiendo, de acuerdo con investigaciones, que desde las cárceles salen órdenes de asesinatos, extorsiones y otros delitos a las calles y las masacres en las mismas celdas son producto de enfrentamientos de bandas de delincuencia organizada. Los hechos de este domingo se dieron debido a la “reorganización de los privados de libertad en la nueva cárcel de máxima seguridad”, según un comunicado del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI).
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Cuatro muertos y más de 30 heridos dejan incidentes registrados en cárcel de Machala
La agencia de noticias EFE registra que desde el 2021 han sido asesinados 600 reclusos en el interior de prisiones, la mayoría en una serie de masacres por enfrentamientos entre bandas rivales.
Independientemente de que se trate de hostilidad entre grupos de delincuencia organizada (GDO), de los que más de 20 están en la lista de terroristas que por decreto se reconoció, es grave que el ingreso de armas y drogas siga en las cárceles. Las autoridades no pueden negarlo cuando se siguen dando ataques o riñas con armas de fuego y armas blancas.
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Las intervenciones que se realizan dentro de las prisiones y las incautaciones que se ejecutan en ellas también lo evidencian.
Traslado de reos se liga a masacre en cárcel de Machala
Urge que los controles funcionen, que si hay malos elementos que están encubriendo a los GDO, siendo cómplices o hasta recibiendo pagos por permitir el pase en armas, estos reciban sanciones. No es posible que mientras hay una lucha contra la violencia, esta se mantenga en las cárceles y desde ahí también se amenace a la calle mediante operaciones de las que habla de vez en vez el Estado, pero sin poner un freno de raíz. (O)