Hasta junio el Ministerio de Salud había destinado $ 230 millones para compra de bienes y servicios de consumo de un total de $ 1.243 millones devengados de su presupuesto general. Y el Observatorio de Gasto Público lo expone entre los ministerios que registraron menor ejecución presupuestaria de inversiones: en el primer semestre ejecutó 11,86 % de un monto codificado de $ 422,98 millones.
El sábado 9 de agosto se conoció que doce niños, de días de nacidos, murieron en el Hospital Universitario de Guayaquil. La cifra la dio el mismo nosocomio luego de que la Comisión de Protección Integral a Niñas, Niños y Adolescentes de la Asamblea Nacional citara a autoridades de salud por el fallecimiento de 18 niños a causa de una supuesta falta de cánulas nasales.
Se negó que se hayan reutilizado cánulas por donde habría entrado la bacteria Klebsiella pneumoniae, como dijo en un video Anderson Boscán. Las muertes ocurrieron “por causas multifactoriales”, anotó el hospital y añadió: Dos fallecimientos pueden atribuirse a una infección por Klebsiella pneumoniae, productora de carbapenemasa.
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El ministro de Salud, Jimmy Martin, solicitó la renuncia del gerente del hospital. La muerte de niños no debe dejar dormir a las autoridades. Sería imperdonable que por falta de cánulas hayan fallecido 12, 18 o 1 –todos son valiosos–, cuando esos $ 230 millones devengados representan un 18 % de todo el dinero usado en seis meses y solo $ 83,5 millones se han pagado.
La renuncia de un mando medio no basta y tampoco se puede pretender señalar solo a un personal que tiene prohibido emitir recetas cuando faltan medicinas o insumos que el Estado está obligado constitucionalmente a proveer. Y si el tema es de bacterias por asepsia, también deben explicaciones a un país que exige atención.
Esto va más allá de la renuncia de un gerente. La coordinación zonal, la dirección distrital y el propio ministerio son responsables de la correcta operación de los hospitales. La crisis de salud no espera más, no se puede seguir lamentando lo que se puede prevenir. Hay que actuar. (O)