Han pasado seis meses desde que Guillermo Lasso firmó el decreto de muerte cruzada, aplicada por primera vez en Ecuador. Tras un proceso electoral extraordinario, hoy Daniel Noboa Azín toma posesión de la Presidencia de la República.

“Este es el inicio de un nuevo Ecuador...”, con esa frase el mandatario empezaba un posteo sobre la Asamblea Nacional en la red social X el 17 de noviembre. Hoy se puede repetir como una representación de la esperanza de los ciudadanos que confiaron sus destinos en el jefe de Estado más joven que ha tenido el país desde el retorno a la democracia.

El desafío que asume junto con su equipo es enorme. Tiene en sus manos el presente y futuro de los casi 17 millones de habitantes del Ecuador.

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Los ecuatorianos apostaron por un cambio de estilo político. Daniel Noboa se presentó a las urnas como un hombre alejado de las confrontaciones, hizo una campaña fresca, volvió a subir a la tarima como los políticos de antaño, pero usando un discurso amigable, con planteamientos y planes cercanos a los problemas que más se repiten en las encuestas: falta de empleo y seguridad.

El proselitismo terminó y emprendió viajes para hacer contactos con migrantes, inversionistas y representantes de organismos internacionales. La transición tuvo de por medio reuniones con el Gobierno de Guillermo Lasso, que concluye, y en la Asamblea Nacional logró un acuerdo de mayoría del que no se sabe mucho en torno a compromisos, pero que como ecuatorianos se debe esperar que sea favorable a leyes necesarias para la prosperidad y desarrollo social y económico.

Llegó la hora de la verdad en torno a su gestión, corresponde a todos los sectores del país hacer fuerza y aportar para que sea exitosa. Parafraseándolo a él mismo, que sepa “dirigir, mandar y acatar las normas constitucionales en beneficio de los ecuatorianos”.

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Que la historia que empieza a escribir hoy el régimen de Daniel Noboa traiga progreso y bienestar al Ecuador. (O)