En esta columna hemos expresado, en un sinnúmero de ocasiones, que una de las principales causas del estado de postración en que se encuentra la nación es el asfixiante centralismo que impera en este territorio desde 1830.

Hemos manifestado también que, gobierno tras gobierno (salvo contadísimos casos en casi 200 años), el centralismo y sus múltiples tentáculos se dan la manera de acomodarse al nuevo poder y asegurarse la retención de los recursos del Estado y la toma de decisiones sobre su reparto, en detrimentos del 80 % de ecuatorianos que no viven en Quito y sus alrededores.

Está de más decir que el centralismo no se trata de Quito, ni sus habitantes, que son tan víctimas del centralismo, como el resto del Ecuador; como muestra de ello, basta revisar el estado calamitoso de las finanzas del Municipio de Quito, que, en las últimas décadas, perdió cualquier protagonismo y control sobre los destinos de la ciudad y sus habitantes, gracias a la dependencia del erario nacional.

Este sistema perverso de inflar e inflar el rol de pagos público y todos sus accesorios (proveedores del Estado) y de concentrar las decisiones en un grupo tan reducido de burócratas, lejanos de las realidades y necesidades de la gran mayoría de ecuatorianos, ya no resiste más.

La pandemia que ha acelerado la era digital en el mundo, y que nos ha demostrado que la inmediación física es innecesaria para resolver múltiples situaciones, solo confirma que la concentración física de poder y recursos es absurda, poco práctica, y además de injusta, poco eficiente.

Por ello es urgente que el nuevo gobierno, desarrolle e implemente en la medida de lo posible, lo que se conoce como gobierno digital, para desconcentrar y desburocratizar muchos procesos en los que el ciudadano históricamente es víctima de maltrato por parte de un Estado ineficiente.

Dicho esto, desde esta columna aplaudimos la histórica decisión de la Corte Constitucional de declarar la inconstitucionalidad del veto total del expresidente Moreno, respecto de la Ley aprobada por la anterior Asamblea Nacional que terminaba con el manoseo e injusta retención del IVA de GAD y Universidades, por parte del gobierno central, ordenando su inmediata promulgación y publicación en el Registro Oficial. Un palazo al centralismo.

Digo histórica, porque este último zarpazo del centralismo en el anterior gobierno (con mano del expresidente Moreno) ha sido desmantelado por la Corte Constitucional con una inusual votación, pues, en esta ocasión, uno de los integrantes de la mayoría ideológica que ha venido actuando desde sus inicios, decidió separarse de la línea centralista, en beneficio del país.

Y llega justo en momentos en que, debido a la pandemia y a la gran deuda que dejó el anterior gobierno, los problemas de flujos de los gobiernos locales son muy graves.

Ojalá estos recursos propios, descentralizados a la fuerza, sean invertidos responsable y eficientemente, en obras y servicios para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, por parte de los gobiernos locales. Solo así habrá valido la pena el esfuerzo de quienes tanto lucharon por conseguirlo. (O)