La narrativa sin ficción se impone en nuestros días. Con la imaginación limitada a redondear los hechos, lo que importa es contar sucesos que han acaecido, con fechas y precisiones geográficas. Ya el periodismo no es dueño de la veracidad de los relatos, al contrario, su cruce con las habilidades literarias da como resultado muy buenos libros.

Sensibilidad humana

El tema del abuso sexual se ha hecho frecuente porque las mujeres se decidieron a denunciar o, siquiera, a dar testimonio, muchas veces tardío, de ese monstruo que devoró sus infancias o su pubertad. El cuento de las nínfulas, categoría creada por Navokov quedó como eso, como un sueño perverso de hombres mayores que atribuyeron a las niñas el juego de atracciones que ellos sentían. Así llego a otra autora francesa –la anterior fue Vanessa Springora, con El consentimiento (2020)–, que a los 43 años se decidió a poner en blanco y negro las violaciones de que fue objeto por parte de su padrastro desde los ocho a los catorce años. Neige Sinno, la hija mayor de una mujer divorciada que “rehízo” su vida poco después de la separación y concibió otros dos hijos de un montañista sano y vigoroso, que pareció acoger con responsabilidad un hogar de cuatro hijos, es la autora consciente de esta patética historia.

Lo interesante de este libro es la ausencia de cronología porque se hila al calor de los recuerdos y de las agudas reflexiones que la escritora genera en el tiempo en que huyó de su país, estudió una carrera literaria, se radicó en México y tuvo su propia hija a la que empieza a mirar con el temor de lo que ella vivió. Su padrastro la eligió como blanco sexual para la doble vida que la obligó a llevar al integrar una familia, al parecer, feliz. No hay ningún tapujo al revelar los sitios, los momentos y los gustos en que la niña es iniciada en unas prácticas que al comienzo no comprende: solo sabe que tienen que ser secretas.

‘Carpe Diem’

Ser la dialogante y compañera íntima de un hombre, al mismo tiempo que su madre, oírle confesiones de amor, razones de su preferencia, deja una herida psíquica en la mente de la chica que encuentran luz solamente cuando las escribe. Maceradas en su interior, felizmente la llevó a confesárselas a su madre, a los 18 años y luego denunciarlo juntas en la comisaría del pueblo. En el juicio tuvo que asistir a la absurda argumentación de que él lo hizo para conseguir su cariño, porque Niege era distante y rebelde. Nueve años de condena, con cinco de prisión por buena conducta fue el paréntesis, luego del cual él sale a incorporarse a la vida, en otra región y nuevo matrimonio.

La versión en español de esta historia –porque la autora domina nuestra lengua, que escuchamos exquisita, en sus entrevistas grabadas– conmueve, indigna, sitúa al lector en la necesidad de estar prevenidos más que nunca, de esas pedofilias disfrazadas de cuidado a las que el recurrir de los tiempos ha arrinconado a las mujeres. ¿Acaso en el pasado las niñas no eran casadas con adultos por conveniencias de gobiernos, feudalismos y fortunas? ¿Acaso en ciertos países de Oriente no se siguen subastando a menores por dotes en ganado y tierras? Los “tristes tigres”, esos que según el poeta inglés William Blake, encarnan al mismo tiempo la belleza y la maldad, siguen rondando en torno de víctimas, especialmente cercanas. (O)